Dipsómano
Marcos Herrera Estevan
La sensibilidad se apodera de mis palabras. Vociferar de un dipsómano, alicaído y meditabundo. La distancia es la panacea, porque cuanto más te siento más lo siento. Pesadumbre onerosa que trituró un impertérrito corazón.
Las risas se escuchan en los pasillos (no es alegría, es burla). Esa desdentada sonrisa, esa socarrona mueca. Me alejo sin remordimientos, aunque esa extraña sensación me acompaña: ardiente matorral que termina por consumirse.
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