Ricardo Soto Sulca*
Escribir o hablar sobre José María Arguedas es muy complejo, pues su vida y sus obras no tienen un enfoque lineal, sino más bien diversos enfoques culturales. En este artículo Ricardo Soto Sulca desarrolla la idea central en la vida y obras de Arguedas: la migración.
Arguedas fue un eterno viajante. Desde su infancia vivió en distintos pueblos y ciudades. Antonio Zapata nos dice que “en ‘Canto Quechua’ Arguedas recuerda su biografía, enfatizando los numerosos viajes de su niñez, acompañando a su padre que trabajaba como abogado itinerante, cargando con el futuro escritor y su hermano. Recorriendo extensamente sierra y costa; Ayacucho, Cuzco, Apurímac e Ica”. Nosotros agregaremos Huancayo, Lima, Puno entre otras. En cada una de estas ciudades ha dejado grandes enseñanzas de la valoración de la población campesina o comunera sobre lo citadino, pero sin buscar la exclusión, sino la interrelación entre lo citadino y lo andino. Para muestra está la actitud que tuvieron los profesores del colegio San Luis Gonzaga de Ica donde Arguedas va estudiar. Ellos miran sus calificaciones de las escuelitas de Apurímac, se burlan, por si sacará las mismas notas. Al concluir el año se sorprenden que Arguedas tiene mejores notas que los alumnos de Ica. Esto nos muestra la idea negativa que tienen los pobladores de la ciudad de los andinos.
Otro hecho ocurrió en el Colegio Santa Isabel de Huancayo. Estando matriculado en el tercer año, en que ya se va formando como escritor, pero sobre todo como promotor cultural, saca tres números de la revista “Antorcha”. Desde un comienzo busca la unidad de los estudiantes contra la opresión de docentes y autoridades educativas basada en la libertad de sus pensamientos, ideas y origen. En su artículo “Proclama” nos dice: “Unión, compañeros, unión es lo que pide todo proyecto de grandeza. Cumplamos con lo que dijo el Cristo de la libertad y sólo así nuestra quimera se cernirá en el horizonte de lo cierto. Es necesario que todos formemos un solo cuerpo y si en cada corazón palpita un mundo, seamos una nebulosa de astros y que la lumbre de nuestras almas despida el calor de sus rayos en el fondo del cielo donde la sombra extiende alevosa los tules de su vestidura”. Cabe destacar que la mayoría de los estudiantes del Santa Isabel no eran citadinos, y provenían de los pueblos aledaños del Valle del Mantaro, o de otras ciudades, como Arguedas. En otras palabras, el comportamiento de los docentes era excluyente con los alumnos de las comunidades por un prejuicio racista y marginador.
En su obras también aparece la idea de migración, como en “El zorro de arriba y zorro de abajo” o “Todas las sangres”. En esta última Demetrio Rendón Huilca representa la imagen del migrante, al haber sido levado por el ejército para servir en Lima, donde aprende aparatos culturales citadinos y readecua los de su pueblo. Pero no se queda. Regresa a la comunidad, donde se convierte en un líder de su pueblo y va a trabajar a la mina sin descuidar el campo. Reinventa además nuevos aparatos culturales a partir de lo citadino y lo andino. Es ahí donde nace la idea de todas las sangres.
Arguedas ha sido un visionario de nuestra identidad cultural, y no solamente un indigenista. Fue un progresista que sí tenía una idea del progreso y buscaba la articulación de citadinos y andinos.
* Ricardo Soto Sulca es docente de la UNCP, promotor cultural y fundador del Centro José María Arguedianos.
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