Por estos lares, un día para recordar, inexorablemente, es el 8 de setiembre de cada año. ¿Qué se celebra? La fiesta de Mamita Cocharcas. Los pobladores del Valle del Mantaro, en su mayoría, se ven influenciados, de una u otra manera, por dicha celebración religiosa popular. Los distritos que son el foco del fervor religioso son Apata, Orcotuna, Tres de Diciembre y Sapallanga; en todos ellos, y para todos los creyentes, se festeja y venera a la madre del Cristo, María, que por acá se le denomina “Mamacha Cocharcas”.
Esta creencia popular tiene algunas connotaciones a considerar. Por ejemplo, Cocharcas es una palabra quechua que se traduce como “pantano”; además, esta misma, en algunos sectores sociales, tiene el significado de viejo, anciano o antiguo. Asimismo, Cocharcas es uno de los ocho distritos de la provincia de Chincheros - Apurímac, donde, a más de 3500 m.s.n.m., se encuentra el santuario de María desde 1623. Es necesario destacar que las celebraciones de la “Mamita Cocharcas” están relacionas con el agua y la siembra. Durante esta época caen las primeras lluvias en la región e influyen a que los agricultores inicien la siembra con la preparación de las tierras. Es decir, esta festividad marca el inicio de un nuevo ciclo de vida.
Ahora bien, si por un lado tenemos el ritual expresado en las diferentes manifestaciones de fervor religioso y cultural: peregrinaciones, ceremonias, danzas y más; por otro lado, tenemos el mito, la tradición oral. Los estudiosos han recogido versiones en las que se señala que la Virgen de Cocharcas migró desde Copacabana hasta Andahuaylas, y de ahí hacia estos lares; además, afirman que desde esos tiempos inmemorables vive en el corazón de la gente de la región central del Perú. En Orcotuna encontramos la siguiente versión: «Junto al cerro San Cristóbal de Orcotuna, vivía una pareja de ancianos. La esposa se llamaba Chumirosa. Para vivir ella se dedicaba a hilar y él tejía las mantas que vendían en la feria dominical de Huancayo.
»La noche del 8 de setiembre, Chumirosa sintió que su perro ladraba; asustada, se quedó quieta y escuchó que lavaban ropa. Entonces, salió en dirección al puquial llamado Aquilán y vio a una niña vestida con túnica roja, quien lavaba pañales y los tendía entre las retamas. Cuando se acercó para preguntarle qué hacía a esas horas, la niña desapareció. Asustada, regresó a casa y le contó a su marido. Éste, curioso, quiso averiguar quién era esa niña, esperó toda la noche, pero no apareció más.
»La aparición sólo se presentaba a la anciana, hasta que venciendo su miedo, decidió hablar con la niña una noche de luna llena. Entonces, inquirió:
—¿Por qué lavas tan tarde?
—Es que estas aguas son puras y frescas. ¿Cómo te llamas? —le preguntó.
—Rosa —respondió temerosa.
—Acércate, no tengas miedo. Te he elegido para que hables por mí. He viajado desde Copacabana. Estoy buscando un lugar para vivir tranquila.
—¿Quiénes son tus padres?
—Mi papá se llama Joaquín y mi mamá se llama Ana.
—Vamos a mi casa —la invitó Chumirosa—, ahí podrás descansar.
»Es ahí cuando la Virgen, pide a Chumirosa que le levanten una capilla, “junto a este manantial, al pie de este cerrito”. Rosa, arrodillándose, le dijo:
—¡Virgen María! Aún en mi pobreza, por mi fe, haré tu voluntad, desde hoy hilaré más, juntaré más plata para levantarte una capilla, para que te adoren todos los orcotuneños, pero ¿cómo convenceré a mis paisanos?
—No te preocupes, mañana tendrás una prueba de mi deseo. Levántate temprano y ven aquí mismo.
»Todos los orcotuneños fueron al sitio y, al ver que la figura de la Virgen estaba en la roca donde brotaban las aguas, todos bebieron de ellas, se lavaron y así comenzó la tradición».
Esta expresión religiosa cultural sigue traspasando fronteras: antes la de Copacabana en el Altiplano puneño, luego la de Cocharcas en Andahuaylas, ahora las del Valle del Mantaro. Hoy, ha migrado junto a sus fieles devotos; imposible quedarse sólo en los andes cuando sus hijos se van por el mundo en búsqueda de un futuro mejor. Es a ella que se le pide con profunda reverencia y grandes promesas que el viaje sea cómodo y próspero. En “Perfil de la migración peruana en las regiones Italianas de Lombardía” (2006) se señala que este fervor religioso tiene presencia en la región de Lombardía, especialmente en las iglesias de Carroponte, la comuna de San Giovanni y Corveto de Milán, desde el 2001, devoción que va en aumento cada año y que contagia a los lugareños.
Las celebraciones de la “Mamita Cocharcas” están relacionas con el agua y la siembra. Durante esta época caen las primeras lluvias en la región.
Muy hermosa se distingue por el ramito de flositas
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