A partir de finales del siglo XIX, todas las generaciones e investigadores del bolero reconocen a éste como la primera multinacional del idioma. Con el que se alcanzó la fusión y hermandad panamericana: el viejo romancero de los conquistadores se había convertido en el romance de los conquistados. Ese “corruptor de adultos” tuvo un desarrollo sin fronteras.
De fabricación urbana, tez oscura, sin vestigios de la violencia heredada por siglos de esclavitud en las plantaciones caribeñas, creado y consolidado en Cuba, el bolero tomó carta de naturalización en México, donde maduró y se desarrolló profusamente, gracias al talento de los músicos que lo llevaron a la radio y al cine. Hacia 1860, la música cubana, de clara fuente europea, comenzó a criticar discretamente al opresor colonial y oscurecía lentamente su pigmentación, despojándose de su ropaje europeizante en gradual proceso de amulatamiento; surgió, entonces, un tipo de canción de estirpe popular en Cuba. En 1883, Pepe Sánchez, espigado mulato, sastre de oficio y comprometido con la causa revolucionaria de José Martí, inauguró un nuevo género vocal y bailable que cambiaría radicalmente la música popular latinoamericana. Sánchez compuso el primer bolero en Santiago de Cuba, “Tristezas”: “Tristezas me dan tus quejas mujer / profundo dolor que dudes de mí, / cuánto sufro y padezco por ti”.
Luego aparecieron autores cualificados como Gonzalo Roig, Eliseo Grenet y Ernesto Lecuona en Cuba; en México: Guty Cárdenas, María Grever, Austín Lara y Alfonso Esparza Oteo. El bolero fue el único género musical que se convirtió en una verdadera pasión en toda América Latina, luego invadió España. Fue más allá del tango argentino, la cumbia y el porro colombiano, el corrido y la canción ranchera mexicana, el joropo venezolano, el pasillo ecuatoriano, la guaranía paraguaya, la cueca chilena o el son cubano. La razón fue que el único destinatario del amor es el propio yo, y a ese amor, y sus percances, le cantó el bolero en infinidad de matrices. A la fecha, el bolero cuenta con 128 años de vida.
Durante los últimos años, el bolero fue objeto de una especie de revival, de reintegración y valoración a través de intérpretes como Soledad Bravo, Pablo Milanés, Gloria Estefan, Luis Miguel, Eydie Gorme, Julio Iglesias, Dyango, María Martha Serra Lima, Plácido Domingo, Andrea Bocelli, etc. El revival también coincidió con la revolución literaria sentimental, por lo que habría que insertar hechos literarios, narraciones, poemas y ensayos protagonizados por escritores de la talla de: Gabriel García Márquez, Guillermo Cabrera Infante, Alejo Carpentier o Luis Rafael Sánchez, cuya sensibilidad se formó en la época de mayor auge del bolero. En casi todos estos casos, el bolero fue usado como telón de fondo. También, reapareció en películas de Pedro Almódovar: “Tacones lejanos” y “Mujeres al borde de un ataque de nervios”; también, en la cinta mexicana “Danzón”; en el film venezolano, “Señora bolero”; en “Los Reyes del mambo” se escucha la voz de Benny Moré cantando “Cómo fue” y a Linda Ronstadt en “Perfidia” y “Frenesí”.
En suma, el bolero es la expresión de la identidad afectiva de origen americano, como espejo de valores emocionales, eróticos y morales, en los espacios circunscritos por el idioma y como arte popular altamente creativo, testimonio de muestra idiosincrasia, como un hecho clave de la cultura musical hispanoamericana.
El bolero es la expresión de la identidad afectiva de origen americano, como espejo de valores emocionales, eróticos y morales, en los espacios circunscritos por el idioma y como arte popular altamente creativo.
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