sábado, 19 de mayo de 2012
La madre en la literatura
Isabel Córdova Rosas
Desde tiempos ancestrales, la madre ha sido el símbolo maravilloso del amor y de la historia de la humanidad, además de ser una figura importantísima desde el punto de vista biológico y cultural que ha sabido enaltecer a pueblos, países y naciones. En nuestra patria, el rol de la madre, considerada el centro matriz, aparece junto a la historia de las civilizaciones con la Pachamama, en el Imperio de los Incas.
La literatura ha tenido en cuenta su trascendental presencia dentro de sus creaciones, y ha sido evocada con más frecuencia en la poesía que en cualquier otro género literario. Poetas que han exaltado con sus profundos y bellos versos la imagen materna son César Vallejo, Abraham Valdelomar, Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Miguel Hernández, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Heinrich Neuman y otros importantes vates.
En narrativa, tenemos a geniales escritores que han tomado este incomparable tema como fuente de su creación, entre ellos Gabriel García Márquez en su obra “Los funerales de la mamá grande”, el viaje en tren de una madre y una niña de doce años para visitar la tumba de su hijo que en el camino observa, con sufrimiento, las desigualdades sociales que hay entre personas y pueblos. En “Cien años de soledad”, Úrsula es la matriarca de su familia, que vive más de cien años cuidando de los suyos. En “La casa de los espíritus” de Isabel Allende, Clara Trueba es la mujer que mantiene a su familia con amor y con sus predicciones. En la literatura rusa se encuentra uno de los clásicos de la literatura universal: “La madre” de Máximo Gorki. Ella es una campesina, quién con mucho coraje va a luchar contra los zaristas por sus hijos.
Sin embargo, el tema de la madre que se aborda en la literatura, todavía es insuficiente, sobre todo, en la narrativa y en el teatro.
Pero también, las matriarcas han sido la piedra angular para guiar a sus hijos en este difícil, y a la vez maravilloso camino de la literatura.
Permítanme rendir un homenaje a una mujer extraordinaria: mi madre y en ella, a todas las madres del Perú y del mundo. A ella le debo mi amor por las letras. Ella, que desde muy pequeña, me trasladó a mundos imaginarios con los relatos que me contaba y luego, con las aventuras de los libros que me leía, con ese sabor que sólo una mamá y una maestra puede encandilar. Me llevó de la mano a la obra de Arguedas, de Luisa Alcott, Dickens, Julio Verne y a la poesía de Vallejo, Neruda y Alberti. Me hizo amar, mucho más, a mi tierra Wanka, a su gente, su paisaje, nuestra incomparable música folclórica, a su cielo azul intenso y brillante. Con su bondad, sensibilidad y ternura aprendí lo que significa la palabra amor. Con su ejemplo me enseñó a ser solidaria y a compartir. A ella le debemos, mis hermanas y yo, su íntegro apoyo, que a mí me valió para estudiar mis profesiones en la Universidad Nacional del Centro y para cruzar el charco, junto con mis hijos, y lograr mis doctorados en Madrid, para ampliar mis conocimientos y publicar más de 25 novelas para el lector más importante del mundo: los niños y jóvenes, además de una para adultos.
Gracias madre linda por tu entrega, ternura y apoyo, y por cada minuto de felicidad que me diste en la vida. Un abrazo, de todo corazón, en este “Día de la Madre”, a todas las mamitas de nuestra querida Incontratable.
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