domingo, 24 de junio de 2012
El año nuevo andino
Leonardo Mendoza Mesías
Así como existe el año nuevo cristiano, chino y otros, en estas latitudes tenemos el Año Nuevo Andino, que más que una atracción turística, es una tradición que data desde nuestros ancestros.
El mejor ejemplo lo tenemos en los Incas: estos antiguos peruanos al inicio del solsticio de invierno, en los andes, celebraban la fiesta al Sol, el Inti Raymi. Según relata el Inca Garcilaso de la Vega en sus “Comentarios reales de los incas” esta festividad tenía una duración aproximada de quince días y comprendía cantos, bailes y sacrificios. El cronista señala, además, que el último Inti Raymi, que se hizo con presencia de un Inca, fue en 1535. Se cuenta también que en 1572, el virrey Francisco de Toledo lo prohibió por considerarlo pagano y contrario a la fe católica.
Es posible que en la actualidad mucha de esa ritualidad ortodoxa andina se haya ido perdiendo en los laberintos del tiempo, de las épocas y de los personajes; sin embargo, a pesar de haber transcurrido ya ese mismo lapso primordial, mítico y epopéyico, aún podemos avizorar mucho de esa cosmovisión. Por ejemplo, aunque con fines más comerciales —creo—, en el Cuzco es por esta fecha, el 24 de junio, que se representa la “Fiesta del Sol”.
Pero, ¿qué simbolizaba esta festividad? El Inti Raymi no sólo delimitaba el tiempo, que en la concepción incaica no era lineal como en la occidental, sino más bien cíclica, además, era la época cuando los hombres del Perú antiguo honraban al dios Sol, el Inti Wiracocha.
Es decir, era una celebración popular religiosa. Popular porque era proclamada a lo largo de los cuatro suyos, a partir de los templos que se habían instituido en su honor. Por otro lado, es religiosa porque era la fiesta de una de las principales deidades, el Inti. Claro está que en esta manifestación, como en cualquier otra, el papel del Inca y sus sacerdotes era de gran importancia y solemnidad.
Para suerte de muchos de nosotros, sobre todo para los que tenemos una perspectiva más ecuménica e intercultural, en muchos lugares del Perú —también en Huancayo—, se intenta mantener viva esta tradición, quizá ya no tan ortodoxamente llamada “Inti Raymi”, como hacen los cuzqueños. Aquí, en una alusión clara a esta fecha importante se realiza el “Pagapu Huanca”, como una forma de iniciar el Año Nuevo Andino.
Opino, que como en toda cultura, se ejecuta a manera de agradecimiento, y busca atraer los buenos augurios para que la vida del hombre se desarrolle con buenaventura, paz y armonía, no sólo con sus semejantes sino también con la naturaleza. Es así que si bien se ha ido perdiendo de ciertas formas el contenido, la esencia sigue siendo la misma: buscar la armonía entre los hombres y la naturaleza, haciendo recordar a quienes tienen estos mismos objetivos vitales que no importan los envases, sino los contenidos.
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