Manuel F.
Perales Munguía
La arqueología y la
antropología peruanas están de duelo. Este 04 de agosto dejó de existir Duccio
Bonavía Berber, uno de los más destacados científicos que ha tenido el Perú en
el campo de los estudios andinos de los últimos tiempos. Nacido en Italia en 1935,
se nacionalizó peruano y realizó sus estudios superiores en la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos, donde también obtuvo su doctorado en arqueología.
Posteriormente, luego de haber seguido especializaciones en Europa, ejerció la
cátedra universitaria en esa misma casa de estudios, así como en la Universidad
Nacional de San Cristóbal de Huamanga y la Universidad Peruana Cayetano
Heredia, siendo también Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de
Trujillo.
En mérito a su brillante
trayectoria académica, el Dr. Bonavía fue incorporado a distintas
organizaciones científicas internacionales, como la Academia de Ciencias de
América Latina, la Real Academia de la Historia de España, el Institute of
Andean Studies de los Estados Unidos, entre otras.
Su rica producción está
plasmada en innumerables artículos científicos en prestigiosas revistas
especializadas, así como en magistrales libros: “Los Gavilanes. Mar, desierto y
oasis en la historia del hombre” (1982), “Los camélidos sudamericanos” (1996) o
“El maíz. Su origen, su domesticación y el rol que ha cumplido en el desarrollo
de la cultura” (2008).
Las contribuciones de Duccio
Bonavía, que es particularmente importante para la región central del país, son
sus exploraciones en las serranías y la ceja de selva limítrofe entre
Huancavelica y Ayacucho, específicamente en la zona de Vizcatán, donde entre
las décadas de 1960 y 1970, incursionó en un territorio absolutamente
desconocido para la arqueología peruana, identificando los restos de andenerías
y numerosos pueblos prehispánicos, además de importantes tramos de caminos
incas de penetración hacia la selva amazónica.
Así, el Dr. Bonavía se ha
convertido en el pionero de la arqueología de Vizcatán y sus descubrimientos
nos muestran que las vertientes orientales de los Andes fueron objeto de
intensas ocupaciones humanas en el pasado, que aún no han sido investigadas en
su real dimensión. Su estudio representa un reto para las futuras generaciones
de arqueólogos, y abriría una esperanza para el desarrollo sostenible de los
pueblos del ámbito de influencia del VRAEM, que vienen sufriendo el olvido de
parte del Estado y el asolamiento de la subversión y el narcotráfico. Gracias
Duccio Bonavía.
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