domingo, 12 de agosto de 2012

En el último trago, se fue…


Roberto Loayza



La primera y más notoria voz femenina de un género musical “destinado” a los machos, se apagó el pasado domingo.
María Isabel Anita Carmen de Jesús Vargas Lozano, simplemente Chavela, con “V” para “joder”, mexicanísima de corazón aunque costarricense de nacimiento, tuvo una vida complicada, aquejada de diversos males desde su adolescencia.
Además de tener que ocultar su homosexualidad por décadas, tuvo en su desgarradora forma de interpretar las rancheras su vía de escape, quitándole a este género los mariachis para acompañarse sólo con una guitarra, y abandonarse a su deseo escondido por las mujeres. Legendarias son sus presentaciones con pistola en funda, tequila en mano y su habano de rigor.
Fue otro borracho irredimible, José Alfredo Jiménez, quien la descubrió cantando por centavos en las calles charras, y se la llevó para que sea historia y mito. En esos años fue una atracción popular en todo México codeándose con grandes estrellas nacionales e internacionales, forjando una hermosa amistad con los pintores Diego Rivera y Frida Kahlo con quien, se dice, tuvo una tormentosa relación.
Mujer incansable que nunca se dejó derrotar por sus vicios y que supo salir de los infiernos, cantando. Un buen día, cuenta también la leyenda, Almodóvar la encontró hundida entre mil botellas de tequila, y le ayudó a juntar los pedazos rotos para convertirlos en voz, además la tuvo como invitada de honor en cintas como “Kika”, “Carne trémula”, “Tacones lejanos” y “La flor de mi secreto”.
Sabina, otro cuate de bares y escenarios, le dedicó uno de sus temas más conocidos, ubicándola en el “Boulevard de los sueños rotos” y cantando con ella a dos voces sus propósitos de noches de boda.
Fue el director español (Almodóvar) quien la definió como mejor se merecía: "Cuando Chavela abre los brazos, no creo que haya un escenario lo suficientemente grande para contenerla. No he visto a nadie que abra los brazos como ella, tal vez Cristo en la cruz, pero a él no lo conocí", y es así con su poncho rojo, su voz aguardentosa, su dolor, su pasión, y esos brazos abiertos, como siempre será recordada, la marimacha, la llorona, la maricona, la sandunga, la Chavela.

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