Roberto Loayza
La primera y más notoria voz femenina
de un género musical “destinado” a los machos, se apagó el pasado domingo.
María Isabel Anita Carmen de Jesús
Vargas Lozano, simplemente Chavela, con “V” para “joder”, mexicanísima de
corazón aunque costarricense de nacimiento, tuvo una vida complicada, aquejada
de diversos males desde su adolescencia.
Además de tener que ocultar su
homosexualidad por décadas, tuvo en su desgarradora forma de interpretar las
rancheras su vía de escape, quitándole a este género los mariachis para
acompañarse sólo con una guitarra, y abandonarse a su deseo escondido por las
mujeres. Legendarias son sus presentaciones con pistola en funda, tequila en
mano y su habano de rigor.
Fue otro borracho irredimible, José Alfredo
Jiménez, quien la descubrió cantando por centavos en las calles charras, y se
la llevó para que sea historia y mito. En esos años fue una atracción popular
en todo México codeándose con grandes estrellas nacionales e internacionales,
forjando una hermosa amistad con los pintores Diego Rivera y Frida Kahlo con
quien, se dice, tuvo una tormentosa relación.
Mujer incansable que nunca se dejó
derrotar por sus vicios y que supo salir de los infiernos, cantando. Un buen
día, cuenta también la leyenda, Almodóvar la encontró hundida entre mil
botellas de tequila, y le ayudó a juntar los pedazos rotos para convertirlos en
voz, además la tuvo como invitada de honor en cintas como “Kika”, “Carne trémula”,
“Tacones lejanos” y “La flor de mi secreto”.
Sabina, otro cuate de bares y
escenarios, le dedicó uno de sus temas más conocidos, ubicándola en el “Boulevard
de los sueños rotos” y cantando con ella a dos voces sus propósitos de noches
de boda.
Fue el director español (Almodóvar) quien
la definió como mejor se merecía: "Cuando Chavela abre los brazos, no creo
que haya un escenario lo suficientemente grande para contenerla. No he visto a
nadie que abra los brazos como ella, tal vez Cristo en la cruz, pero a él no lo
conocí", y es así con su poncho rojo, su voz aguardentosa, su dolor, su
pasión, y esos brazos abiertos, como siempre será recordada, la marimacha, la
llorona, la maricona, la sandunga, la Chavela.
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