lunes, 29 de octubre de 2012

El adobe: material con tradición plástica


Amador Coca Ames

Chongos Bajo – Foto: Josué Sánchez
El crecimiento de edificaciones en las últimas décadas, como consecuencia de la necesidad básica de vivienda, no se detendrá por ser una emoción humana que cobra una realidad inevitable. En este afán de cómo es o debe ser la vivienda, dada nuestra variedad de necesidades y ambiente, nos lleva a elegir el adobe como material primogénito, y como una propuesta alterna de solución básica en las políticas de vivienda.
El 35% de la población a nivel nacional lo conserva con pasión como material constructivo, tecnología que tiene hondo arraigo en nuestro valle y que data desde la cultura Inca, donde la técnica más importante en mampostería era la del adobe, la tapia —o adobón—, y la quincha; además de ser el patrimonio dejado por nuestros ancestros como tradición cultural, la misma que no debemos negar a nuestros descendientes.
Este material, tratado en nuestro medio artesanalmente, es altamente térmico, acústico y muy compatible a la naturaleza del hogar. Tiene esencia rústica, es decir de textura natural, que envuelve los ambientes con calidez y elegancia, es decir que moldea la forma interna y externa de la construcción con mucho equilibrio y vitalidad.
Construcciones con mucho oficio técnico y estético son la Iglesia Matriz y Copón en Chongos Bajo, CEPROM en el anexo de Paccha, la vivienda del artista Josué Sánchez Cerrón y muchas otras virtuosas, nobles, con señorío y comportamiento portentoso a pesar del tiempo, cualidades innatas que hacen que no consideremos el uso del adobe como atraso ni inferioridad, como absurdamente se diría.
Así, por naturaleza exhiben sus colores y formas: Mito y Orcotuna, entre otros, que proponen y estimulan la tradición genuina dotada de exquisitez plástica, profunda en esencia serrana, imponiendo su arquitectura típica de piedras tratadas, balcones y tejados, entregándonos arte y tradición, que contrasta con la frivolidad de la ciudad carente de identidad, saturada de moles sin espíritu, sin alma, pues no rescata o no sabe rescatar su legado.
En cuanto a la construcción, requerimos conocer pautas para su tratamiento conceptual a través de simbologías simples, a manera de reglas como características, y condiciones de suelo para su base o cimentación, calidad del barro como mortero y tamizado (limo, arcilla y paja, como ingredientes), condiciones de asentado, espesor mínimo de muros en relación a su altura no mayor de 2 niveles, esquemas de distribución del espacio, en este caso racionados, interrelación de muros en los encuentros, cruces, posibles, refuerzos horizontales y verticales.
El adobe como material pesado es también frágil, vulnerable al silencio sísmico, por tanto se debe advertir y dotar cargas de gravedad que sean estables, racionar a menor masa para así ubicarse a menor inercia sísmica. Felizmente, nuestro valle no sufre de terremotos con regularidad. Este tema no es asunto de controversia constructiva, más bien se trata de uno de identidad.

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