lunes, 12 de noviembre de 2012

El rubio hijo de Wallallo, un refrescante libro


Juan Luis Espinoza Chinchón



Me abandoné íntegramente a la lectura del libro “El rubio hijo de Wallallo”, del connotado escritor Carlos Villanes Cairo, y como si poseyera un inmenso misterio, no pude huir de sus encantos, de sus tramas, de sus enredos. Los cuentos, con ternura inexplicable, dan placer, disfrute, y hechizan al lector.
Los cuentos “El compadre” y “Las aguas doradas” provocan carcajadas y avivan las emociones. En el primero, Glicerio Soto no pudo haber “mipado” al recién nacido. Estas historias giran en torno a las grandes mentiras; pero en el mundo andino imponen respeto, actitud incuestionable, una mentira que se viste de verdad para sepultar los problemas. En cambio, en “Las aguas doradas”, la anécdota florece en torno a la broma que le hacen a Apolo. El resultado de la muestra de orina, cambiado irremediablemente, produce gritos desesperados. El cuento es hermoso y de mucho humor.
“Los allegados de la conquista” hace saltar los conceptos: ¿cómo el dinero soluciona los problemas? ¿Cómo el personaje adinerado, plañideramente, desprecia y tilda de bestia al pobre? Pero el Ande reconoce a los inhumanos y los castiga con soroche, cansancio e incomodidad. “La espera” es otro cuento que hace mirar la vergonzosa realidad vigente, donde los lacayos buscan adeptos con mentiras; pero desde el fango de la corrupción siempre surge una voz que despierta y busca romper las mentiras. “La fiesta” refleja el espíritu de la ilusión, donde prima el deseo, el aprendizaje y los recuerdos.
Los cuentos de sabor andino se encuentran en “El castigo de Cani Cruz”, “La leyenda de Kiswarpukio”, “Los illas del Santiago” y “El rubio hijo de Wallallo y su destino eterno”. En “El castigo de Cani Cruz” la injusticia, a causa de un ladronzuelo, corrupto y vividor, se ensaña contra la viejita, quien implora el castigo para aquel. “La leyenda de Kiswarpukio” es un texto refrescante, en que parece sentirse al kiswarcito de la leyenda humedecer sus raíces con el rocío que brota de su corazón amoroso. En “Los illas del Santiago” el pastor rinde tributo al taita orqo y este, en recompensa, envía los illas como señal de bienestar. “El rubio hijo de Wallallo y su destino eterno” es histórico y mítico para la ciudad incontrastable.
Viajar por las páginas de “El rubio hijo de Wallallo” es sumergirse en el mundo del valle del Mantaro y permite conocer su historia, sus costumbres, su lenguaje…

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