Juan Luis
Espinoza Chinchón
Me abandoné íntegramente a la lectura
del libro “El rubio hijo de Wallallo”, del connotado escritor Carlos Villanes
Cairo, y como si poseyera un inmenso misterio, no pude huir de sus encantos, de
sus tramas, de sus enredos. Los cuentos, con ternura inexplicable, dan placer,
disfrute, y hechizan al lector.
Los cuentos “El compadre” y “Las aguas
doradas” provocan carcajadas y avivan las emociones. En el primero, Glicerio
Soto no pudo haber “mipado” al recién nacido. Estas historias giran en torno a
las grandes mentiras; pero en el mundo andino imponen respeto, actitud
incuestionable, una mentira que se viste de verdad para sepultar los problemas.
En cambio, en “Las aguas doradas”, la anécdota florece en torno a la broma que
le hacen a Apolo. El resultado de la muestra de orina, cambiado
irremediablemente, produce gritos desesperados. El cuento es hermoso y de mucho
humor.
“Los allegados de la conquista” hace
saltar los conceptos: ¿cómo el dinero soluciona los problemas? ¿Cómo el
personaje adinerado, plañideramente, desprecia y tilda de bestia al pobre? Pero
el Ande reconoce a los inhumanos y los castiga con soroche, cansancio e
incomodidad. “La espera” es otro cuento que hace mirar la vergonzosa realidad
vigente, donde los lacayos buscan adeptos con mentiras; pero desde el fango de
la corrupción siempre surge una voz que despierta y busca romper las mentiras.
“La fiesta” refleja el espíritu de la ilusión, donde prima el deseo, el
aprendizaje y los recuerdos.
Los cuentos de sabor andino se
encuentran en “El castigo de Cani Cruz”, “La leyenda de Kiswarpukio”, “Los
illas del Santiago” y “El rubio hijo de Wallallo y su destino eterno”. En “El
castigo de Cani Cruz” la injusticia, a causa de un ladronzuelo, corrupto y
vividor, se ensaña contra la viejita, quien implora el castigo para aquel. “La
leyenda de Kiswarpukio” es un texto refrescante, en que parece sentirse al
kiswarcito de la leyenda humedecer sus raíces con el rocío que brota de su
corazón amoroso. En “Los illas del Santiago” el pastor rinde tributo al taita
orqo y este, en recompensa, envía los illas como señal de bienestar. “El rubio
hijo de Wallallo y su destino eterno” es histórico y mítico para la ciudad
incontrastable.
Viajar por las páginas de “El rubio
hijo de Wallallo” es sumergirse en el mundo del valle del Mantaro y permite
conocer su historia, sus costumbres, su lenguaje…
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