martes, 26 de febrero de 2013


MICROCUENTO:

Los sentenciados

Armando Alzamora



El niño tropezó con lo que creyó era una piedra, en verdad, había encontrado una inmensa caracola de cuyo espiral surgían extraños susurros. No supo descifrarlos. Abandonó la concha y caminó por la orilla mientras el disco solar se adormecía en la distancia. A los pocos días lo internaron en un centro psiquiátrico. «Escucho voces», afirmaba. No había descifrado el misterio de la caracola, por ende su condena era esa: padecer, hasta su muerte, escuchando el suplicio de los sentenciados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe tu comentario aquí.