Isabel Córdova Rosas
En
la actualidad, los avances tecnológicos de los medios de comunicación en sus
diversas expresiones como la televisión, la radio, el cine o el internet, nos
traen diversas fuentes de entretenimiento: dibujos animados, películas, juegos
de rol o de azar en internet, etc., e invaden, como protagonistas, cada momento
de la vida de las personas, apoderándose de una gran parte de los intereses y
del tiempo libre de niños, jóvenes y adultos.
Según
estudios recientes, los niños están frente a la pantalla un promedio de 3 ó 4
horas diarias, así, cuando hayan terminado la secundaria, habrán permanecido
frente al televisor 15 mil horas, a diferencia de las 11 mil que pasan en los
salones de clases. Anualmente, los infantes están viendo en directo entre 9 mil
y 10 mil asesinatos, a través de filmes y programas violentos; además de las
víctimas de guerras, accidentes y homicidios que se dan a conocer en los
diferentes noticieros.
Cada
vez más, los niños y adolescentes se hacen adictos a la televisión —o también
al internet—, sobre todo, aquellos que se encuentran solos, pues sus padres
trabajan o dedican mayor atención y tiempo a otros quehaceres “más importantes”.
Así, los pequeños acuden a su “amigo” que los va a acompañar y divertir. Entonces,
empiezan a aislarse de sus compañeros de clase y amigos y, lo que es peor, en
algunos casos de su propia familia que también habla poco, pues la pantalla
chica se ha convertido en el centro de atención.
Hace más de 10 años, en Estados Unidos, se inventó
el “vic-chip”, que borra las escenas violentas de cualquier largometraje o
programa para proteger al espectador menor de los 12 mil asesinatos anuales que
se veían a través de los medios audiovisuales.
Desde
hace tiempo, el gobierno japonés ha prohibido que sus hijos e hijas menores
vean los dibujos animados que ellos mismos producen: Dragón Ball, Naruto,
Bleach, Power Rangers y muchos más, que sólo los adultos los pueden ver a
partir de las 11 de la noche.
Sin
embargo, no todo es negativo en la televisión (o también en internet),
sabiéndola utilizar adecuadamente, es
uno de los inventos más extraordinarios del hombre, porque nos permite
presenciar en vivo y en directo, sin salir de casa, los eventos más importantes
del mundo: traslada al infante a culturas diferentes a través de documentales,
canales temáticos, enciclopédicos y hasta soportes interactivos. Además, la
historia de la humanidad puede ser revivida y proyectada, estimulando la
curiosidad del niño, permitiendo ver cualquier fenómeno de la realidad en el momento
que está ocurriendo, etc.
Una mejor opción: la lectura
Frente
a este panorama hay dos grandes protagonistas: la familia y el colegio, los
padres y los profesores.
El
maestro debe tener un papel primordial en la introducción al mundo fascinante y
gratificante de la literatura, sugiriendo libros adecuados a la edad, los
gustos y las exigencias de los infantes. La mejor manera de que les guste leer es
“oyendo” a sus padres y sus profesores. De esa forma, el niño disfruta y no lo
toma como una obligación sino que, poco a poco, irá adoptando independientemente
una relación con sus textos.
Los
objetivos de la lectura, que los profesores deben plantearse, son que los niños
“comprendan” lo que están leyendo, “disfruten” de las tramas, “analicen” el contenido y den su “opinión
personal” del relato.
Al niño se le debe inculcar que la literatura va a
desarrollar su imaginación e inteligencia, va a ampliar sus conocimientos y,
sobre todo, es el puente de plata al futuro, como elemento cultural de cuánto
el hombre ha hecho a través de los tiempos
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