martes, 7 de mayo de 2013

El gran problema: la televisión


Isabel Córdova Rosas


En la actualidad, los avances tecnológicos de los medios de comunicación en sus diversas expresiones como la televisión, la radio, el cine o el internet, nos traen diversas fuentes de entretenimiento: dibujos animados, películas, juegos de rol o de azar en internet, etc., e invaden, como protagonistas, cada momento de la vida de las personas, apoderándose de una gran parte de los intereses y del tiempo libre de niños, jóvenes y adultos.
Según estudios recientes, los niños están frente a la pantalla un promedio de 3 ó 4 horas diarias, así, cuando hayan terminado la secundaria, habrán permanecido frente al televisor 15 mil horas, a diferencia de las 11 mil que pasan en los salones de clases. Anualmente, los infantes están viendo en directo entre 9 mil y 10 mil asesinatos, a través de filmes y programas violentos; además de las víctimas de guerras, accidentes y homicidios que se dan a conocer en los diferentes noticieros.
Cada vez más, los niños y adolescentes se hacen adictos a la televisión —o también al internet—, sobre todo, aquellos que se encuentran solos, pues sus padres trabajan o dedican mayor atención y tiempo a otros quehaceres “más importantes”. Así, los pequeños acuden a su “amigo” que los va a acompañar y divertir. Entonces, empiezan a aislarse de sus compañeros de clase y amigos y, lo que es peor, en algunos casos de su propia familia que también habla poco, pues la pantalla chica se ha convertido en el centro de atención.
 Hace más de 10 años, en Estados Unidos, se inventó el “vic-chip”, que borra las escenas violentas de cualquier largometraje o programa para proteger al espectador menor de los 12 mil asesinatos anuales que se veían a través de los medios audiovisuales.
Desde hace tiempo, el gobierno japonés ha prohibido que sus hijos e hijas menores vean los dibujos animados que ellos mismos producen: Dragón Ball, Naruto, Bleach, Power Rangers y muchos más, que sólo los adultos los pueden ver a partir de las 11 de la noche.
Sin embargo, no todo es negativo en la televisión (o también en internet), sabiéndola utilizar  adecuadamente, es uno de los inventos más extraordinarios del hombre, porque nos permite presenciar en vivo y en directo, sin salir de casa, los eventos más importantes del mundo: traslada al infante a culturas diferentes a través de documentales, canales temáticos, enciclopédicos y hasta soportes interactivos. Además, la historia de la humanidad puede ser revivida y proyectada, estimulando la curiosidad del niño, permitiendo ver cualquier fenómeno de la realidad en el momento que está ocurriendo, etc.

Una mejor opción: la lectura
Frente a este panorama hay dos grandes protagonistas: la familia y el colegio, los padres y los profesores.
El maestro debe tener un papel primordial en la introducción al mundo fascinante y gratificante de la literatura, sugiriendo libros adecuados a la edad, los gustos y las exigencias de los infantes. La mejor manera de que les guste leer es “oyendo” a sus padres y sus profesores. De esa forma, el niño disfruta y no lo toma como una obligación sino que, poco a poco, irá adoptando independientemente una relación con sus textos.
Los objetivos de la lectura, que los profesores deben plantearse, son que los niños “comprendan” lo que están leyendo, “disfruten” de las tramas, “analicen” el contenido y den su “opinión personal” del relato.
Al niño se le debe inculcar que la literatura va a desarrollar su imaginación e inteligencia, va a ampliar sus conocimientos y, sobre todo, es el puente de plata al futuro, como elemento cultural de cuánto el hombre ha hecho a través de los tiempos

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