Las doncellas
Otto Raúl González
Las manos, donde
aprende caminos la fragancia,
acuerdan los
antiguos incensarios de barro.
Los hombros
tienen la suavidad de los helechos
y el brillo de
los astros anónimos y puros.
Resbala en las
cadenas de opulentos contornos
el peligro de
seda de las panteras negras.
El mármol
desvaría columnas en los muslos
y el ónix se
enloquece de límpidas arcadas.
en los pequeños
lagos detrás de las rodillas
las libélulas
soplan las flautas de los lirios.
Y en los
tobillos de oro la música reviven
el espectro
remoto de danzas primitivas.
Inmóvil y
desnuda es sagrada como los bosques.
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