Manuel Antonio
Ordoñez Córdova
Desde
el primer instante que vi el libro supe que su contenido me agradaría, pues su
título me hizo recordar aquellas travesuras de mi infancia y adolescencia. Por
eso fue inevitable reírme con cada una de sus anécdotas. Evocaba las veces en
que se me hacía tarde por jugar con los amigos del barrio después de que mamá
me enviara a la tienda, o aquella vez en que me gasté el dinero del encargo y
fui castigado por ello.
Un
gran libro tiene la virtud de hacernos recordar al niño que todavía llevamos
dentro y que algunos hemos olvidado o dejado de lado debido a nuestras
ocupaciones, obligaciones o responsabilidades. “Los mataperros” nos acerca a
nuestros hijos, sobrinos y, para aquellos que somos maestros, a nuestros
estudiantes.
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