martes, 4 de junio de 2013

COLUMNA: EL BUEN SALVAJE


Santísima Trinidad

Sandro Bossio Suárez


Huancayo, como pueblo de indios, fue formándose a lo largo de los años (por lo que insistimos en negar su fundación) después de haber sido entregado a su santa patrona: la Santísima Trinidad. En varios documentos coloniales aparece con su nombre completo: Santísima Trinidad de Guancayo.
Nuestra ciudad, bajo la protección de esta divinidad (en este caso a Dios Padre, a Dios Hijo y a Dios Espíritu Santo, dogma fundamental del cristianismo), celebra sus raíces indígenas y guarda su identidad primigenia: un auténtico pueblo de indios que conmemora con exultación su fiesta patronal.
En ese sentido, desde épocas tempranas, agasaja a su patrona con saludo al alba, procesiones y danzas de la capitanía, desfile de caporales y negritos, y otras maravillas más que se han ido quedando en el camino. Recuerdo todavía el hermoso concurso de arcos de papel que adornaban las calles de Huancayo y, sobre todo, la competición de comparsas de cada uno de los barrios que conformaban la ciudad.
Históricamente, esta fiesta tuvo dificultades en ser instituida. Al parecer, la festividad de la Santísima Trinidad comienza a celebrarse el domingo siguiente a Pentecostés en los monasterios benedictinos hacia el siglo X. Roma se opuso en un principio a esta fiesta porque, decía, toda fiesta santa tiene un rasgo trinitario y, por ello, no veía con buenos ojos una fiesta solo para ella. La Orden de la Santísima Trinidad fue alentando poco a poco su celebración hasta que Juan XXII la establece para toda la Iglesia en el año 1334.
La Santísima Trinidad, así como la fundación española de Huancayo, fue siempre blanco de dudas e incertidumbres. Quien la criticó con mucha virulencia, fue el Médico y teólogo español Miguel Servet, por lo que, acusado de blasfemo en 1553, murió en la hoguera, en Ginebra, a instancias del propio Calvino.
Lo cierto es que Huancayo, cuando llegó el supuesto fundador Jerónimo de Silva (en 1571), ya existía: tenía nombre, habitantes, campiña. Según Jiménez de la Espada, la advocación de Santísima Trinidad le había sido impuesta al poco de llegar los españoles, alrededor de 1535, cuando, además, se mandó a construir el primer templo de Huancayo. Así, queda establecido que nuestra ciudad, definitivamente, fue reducida mucho antes de 1572. Desde entonces baila y canta en honor a su santa patrona. Y es lo que debemos seguir haciendo (si es en tres días, mucho, muchísimo mejor) en lugar de desfilar marcialmente por una postiza fundación española.

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