Leonardo Mendoza Mesías*
Una de las primeras acepciones que le damos al término cultura es la de señalar las buenas costumbres, el buen comportamiento, la refinada forma de ser y expresarse, al nivel alto de conocimiento, al buen vestir, a una buena lectura, entre otras. Esta es la forma cotidiana con que nos referimos a la cultura o a quien la practica considerándola como “persona culta”.
Pero desde otra óptica, encontramos que la definición de cultura es mucho más amplia: es todo aquello que el hombre ha creado, es decir, sus ideas, sus acciones y los materiales que ha generado. Bajo este paradigma, la cultura es una oposición a la naturaleza, porque es artificial, porque es creación del hombre y no procede de la naturaleza. Por otro lado, la cultura se orienta a satisfacer las necesidades del hombre, no sólo las básicas, sino también las secundarias. Es decir, no sólo satisfacemos mediante nuestro recurso cultural (o cultura) nuestra sed o hambre, sino también nuestro anhelo de reconocimiento o valoración individual o colectiva, como cuando escribimos un libro, plantamos un árbol o creamos una empresa. Esto nos hace pensar que la cultura no sólo atañe a la persona, sino también a la humanidad, porque tal sistema intrincado de simbolismo cultural que nos permite trasmitirla, como este mismo lenguaje o el de los colores o los números, sólo concierne a la especie humana.
La cultura es una oportunidad de cambio, porque nos alimenta y retroalimenta a través del tiempo a cada individuo y sociedad. Así por ejemplo, el pensamiento que nos impulsó cuando éramos jóvenes ha cambiado en gran manera ahora que somos adultos. Respecto a las sociedades, por ejemplo, éstas se convencen cada vez más que las guerras no son una alternativa, sino todo lo contrario.
Entonces, de todo lo anterior, la cultura no es sólo vestirse o portarse bien, es también todo aquello que el hombre piensa, siente y construye a nivel individual y también como colectivo humano. En última instancia, la cultura es toda creación humana.
Una de las primeras acepciones que le damos al término cultura es la de señalar las buenas costumbres, el buen comportamiento, la refinada forma de ser y expresarse, al nivel alto de conocimiento, al buen vestir, a una buena lectura, entre otras. Esta es la forma cotidiana con que nos referimos a la cultura o a quien la practica considerándola como “persona culta”.
Pero desde otra óptica, encontramos que la definición de cultura es mucho más amplia: es todo aquello que el hombre ha creado, es decir, sus ideas, sus acciones y los materiales que ha generado. Bajo este paradigma, la cultura es una oposición a la naturaleza, porque es artificial, porque es creación del hombre y no procede de la naturaleza. Por otro lado, la cultura se orienta a satisfacer las necesidades del hombre, no sólo las básicas, sino también las secundarias. Es decir, no sólo satisfacemos mediante nuestro recurso cultural (o cultura) nuestra sed o hambre, sino también nuestro anhelo de reconocimiento o valoración individual o colectiva, como cuando escribimos un libro, plantamos un árbol o creamos una empresa. Esto nos hace pensar que la cultura no sólo atañe a la persona, sino también a la humanidad, porque tal sistema intrincado de simbolismo cultural que nos permite trasmitirla, como este mismo lenguaje o el de los colores o los números, sólo concierne a la especie humana.
La cultura es una oportunidad de cambio, porque nos alimenta y retroalimenta a través del tiempo a cada individuo y sociedad. Así por ejemplo, el pensamiento que nos impulsó cuando éramos jóvenes ha cambiado en gran manera ahora que somos adultos. Respecto a las sociedades, por ejemplo, éstas se convencen cada vez más que las guerras no son una alternativa, sino todo lo contrario.
Entonces, de todo lo anterior, la cultura no es sólo vestirse o portarse bien, es también todo aquello que el hombre piensa, siente y construye a nivel individual y también como colectivo humano. En última instancia, la cultura es toda creación humana.
* El autor es docente de Antropología en la Universidad Nacional del Centro del Perú.
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