Manuel F. Perales Munguía
Hernando Pizarro, hermano de Francisco y uno de los primeros europeos que arribó al valle del Mantaro en marzo de 1533, se mostró sumamente sorprendido al encontrar aquí una gran ciudad, “muy fina y bella”, cuya plaza era tan extensa que calculó que en ella se concentraban diariamente unas cien mil personas, lo cual también fue confirmado en otro documento escrito en aquellos años por Miguel de Estete, español nacido en Santo Domingo de la Calzada e integrante de la misión comandada por Hernando Pizarro. Tiempos después, muchos españoles como Bartolomé de las Casas, Diego de Córdoba y Salinas, Antonio de Herrera, entre otros, dedicaron varias líneas a destacar la magnificencia de aquella ciudad, conocida como Hatun Xauxa. Sin embargo, fue Pedro Cieza de León uno de los que mejor describió aquella urbe, quedando maravillado por la calidad de sus edificaciones, la increíble riqueza de sus ornamentaciones y las características y tamaño de la población dedicada a labores de servicio y mantenimiento de los templos, palacios y depósitos que allí existían.
Hasta donde sabemos, la ciudad de Hatun Xauxa fue fundada por los incas luego de haber conquistado el valle del Mantaro hacia el siglo XV después de Cristo, llegando a ser un centro administrativo de primer orden a nivel de todo el Tahuantinsuyo, pues, en palabras del cronista Pedro Sarmiento de Gamboa, desde allí ejerció su autoridad uno de los dos únicos gobernadores mayores que había en todo el imperio. Por su parte, los documentos escritos por Bernabé Cobo, Cristóbal Vaca de Castro y Felipe Guamán Poma de Ayala confirman el rango elevado que ocupó Hatun Xauxa entre las diferentes ciudades fundadas por los incas en sus antiguos dominios, principalmente en los años de los reinados de Túpac Yupanqui y Huáscar. No obstante, luego de la llegada de los europeos, la opulenta ciudad empezó a ser en primer lugar modificada con la fundación de la ciudad española de Jauja dentro de su ámbito en 1533, y luego destruida, a consecuencia de los ataques perpetrados contra los habitantes del valle en los años siguientes por las tropas de Atahualpa durante la resistencia inca. Ya en el siglo XIX, cuando algunos viajeros como el francés Charles Wiener visitaron Hatun Xauxa, de aquella dinámica ciudad sólo quedaban algunos cuantos vestigios de muros y construcciones arruinadas, muchas de las cuales han seguido y siguen desapareciendo desde aquél tiempo hasta el presente, a consecuencia del crecimiento urbano del moderno distrito de Sausa, fundado en el año 1965.
Entre algunas evidencias de la existencia de la otrora magnífica ciudad inca de Hatun Xauxa aún se pueden contar los restos del “ushnu”, una gran plataforma piramidal trunca de funciones ceremoniales y astronómicas, que se encontraba en medio de la antigua inmensa plaza de la urbe, así como canales subterráneos y secciones de muros de piedra asentada con argamasa de barro, que en algunos casos aún conservan hornacinas ligeramente trapezoidales con indicios de enlucido de barro. Sin embargo, también podemos apreciar que hoy todas estas huellas del glorioso pasado de Hatun Xauxa se encuentran en el absoluto abandono por parte de las autoridades. El “ushnu” ha sido rodeado por “modernas” y antiestéticas construcciones de ladrillo y cemento, en tanto que los canales y muros vienen cayéndose a pedazos debido al accionar de agentes naturales y humanos sobre ellos. Hace unos días se llevó a cabo en la plaza de Sausa la escenificación de la fundación española de Jauja, con la intención de “rescatar” la identidad de la población de dicha localidad y promover el turismo. Creemos, al respecto, que para lograr tales objetivos sería mucho más importante y efectivo que las autoridades conserven y recuperen el valioso patrimonio arqueológico que su distrito ha heredado.
Hernando Pizarro, hermano de Francisco y uno de los primeros europeos que arribó al valle del Mantaro en marzo de 1533, se mostró sumamente sorprendido al encontrar aquí una gran ciudad, “muy fina y bella”, cuya plaza era tan extensa que calculó que en ella se concentraban diariamente unas cien mil personas, lo cual también fue confirmado en otro documento escrito en aquellos años por Miguel de Estete, español nacido en Santo Domingo de la Calzada e integrante de la misión comandada por Hernando Pizarro. Tiempos después, muchos españoles como Bartolomé de las Casas, Diego de Córdoba y Salinas, Antonio de Herrera, entre otros, dedicaron varias líneas a destacar la magnificencia de aquella ciudad, conocida como Hatun Xauxa. Sin embargo, fue Pedro Cieza de León uno de los que mejor describió aquella urbe, quedando maravillado por la calidad de sus edificaciones, la increíble riqueza de sus ornamentaciones y las características y tamaño de la población dedicada a labores de servicio y mantenimiento de los templos, palacios y depósitos que allí existían.
Hasta donde sabemos, la ciudad de Hatun Xauxa fue fundada por los incas luego de haber conquistado el valle del Mantaro hacia el siglo XV después de Cristo, llegando a ser un centro administrativo de primer orden a nivel de todo el Tahuantinsuyo, pues, en palabras del cronista Pedro Sarmiento de Gamboa, desde allí ejerció su autoridad uno de los dos únicos gobernadores mayores que había en todo el imperio. Por su parte, los documentos escritos por Bernabé Cobo, Cristóbal Vaca de Castro y Felipe Guamán Poma de Ayala confirman el rango elevado que ocupó Hatun Xauxa entre las diferentes ciudades fundadas por los incas en sus antiguos dominios, principalmente en los años de los reinados de Túpac Yupanqui y Huáscar. No obstante, luego de la llegada de los europeos, la opulenta ciudad empezó a ser en primer lugar modificada con la fundación de la ciudad española de Jauja dentro de su ámbito en 1533, y luego destruida, a consecuencia de los ataques perpetrados contra los habitantes del valle en los años siguientes por las tropas de Atahualpa durante la resistencia inca. Ya en el siglo XIX, cuando algunos viajeros como el francés Charles Wiener visitaron Hatun Xauxa, de aquella dinámica ciudad sólo quedaban algunos cuantos vestigios de muros y construcciones arruinadas, muchas de las cuales han seguido y siguen desapareciendo desde aquél tiempo hasta el presente, a consecuencia del crecimiento urbano del moderno distrito de Sausa, fundado en el año 1965.
Entre algunas evidencias de la existencia de la otrora magnífica ciudad inca de Hatun Xauxa aún se pueden contar los restos del “ushnu”, una gran plataforma piramidal trunca de funciones ceremoniales y astronómicas, que se encontraba en medio de la antigua inmensa plaza de la urbe, así como canales subterráneos y secciones de muros de piedra asentada con argamasa de barro, que en algunos casos aún conservan hornacinas ligeramente trapezoidales con indicios de enlucido de barro. Sin embargo, también podemos apreciar que hoy todas estas huellas del glorioso pasado de Hatun Xauxa se encuentran en el absoluto abandono por parte de las autoridades. El “ushnu” ha sido rodeado por “modernas” y antiestéticas construcciones de ladrillo y cemento, en tanto que los canales y muros vienen cayéndose a pedazos debido al accionar de agentes naturales y humanos sobre ellos. Hace unos días se llevó a cabo en la plaza de Sausa la escenificación de la fundación española de Jauja, con la intención de “rescatar” la identidad de la población de dicha localidad y promover el turismo. Creemos, al respecto, que para lograr tales objetivos sería mucho más importante y efectivo que las autoridades conserven y recuperen el valioso patrimonio arqueológico que su distrito ha heredado.
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