La novia
Gonzalo Aguilar Rojas
Al abrir la ventana, supo por los gemidos que el vecino de abajo estaba pasando un buen momento. Conocía esos ruidos de memoria. El suspiro luego del jadeo, el ¡ay! luego del gruñido, el sonidito gutural que acompañaba a las uñas clavándose en la espalda. Los conocía de memoria y muy bien.
Maldijo una vez más el día que presentó su novia al vecino de abajo.
Gonzalo Aguilar Rojas
Al abrir la ventana, supo por los gemidos que el vecino de abajo estaba pasando un buen momento. Conocía esos ruidos de memoria. El suspiro luego del jadeo, el ¡ay! luego del gruñido, el sonidito gutural que acompañaba a las uñas clavándose en la espalda. Los conocía de memoria y muy bien.
Maldijo una vez más el día que presentó su novia al vecino de abajo.
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