El crimen del padre Amaro
Eça de Queirós
Amaro se volvía hacia ella como hacia un refugio, le rezaba la Salve; pero, al contemplar la litografía, olvidaba la santidad de la Virgen, sólo veía ante sí a una hermosa muchacha rubia; la amaba, suspiraba, al desnudarse la miraba de reojo lúbricamente; y su curiosidad hasta se atrevía a levantar los castos pliegues de la túnica azul de la imagen y suponer formas, redondeces, la carne blanca.
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