Doble adulterio
David Arce
Cansado de tantas aventuras, entré como amante furtivo en la penumbra del dormitorio, y mi mujer, entre sueños, me susurró:
—Amor, ya es hora de que te marches, en cualquier momento puede llegar mi marido.
Y con mucho cariño la cubrí, le acomodé la almohada, y la ayudé a que continuara durmiendo.
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