miércoles, 22 de agosto de 2012

María Teresa Zúñiga, la voz del nuevo teatro latinoamericano


Juan Carlos Suárez Revollar

La dramaturga huancaína María Teresa Zúñiga Norero ha construido un universo teatral propio, que la ha convertido en embajadora cultural de Huancayo y el Perú.



El primer contacto de María Teresa Zúñiga Norero con la literatura no fue con el teatro, sino con la poesía. Pero fue desde finales de la década de los ochenta que su prestigio empezó a crecer, tras la fundación del grupo teatral Expresión, en 1986, junto con su esposo —y cómplice, colega, socio— Jorge Miranda Silva.
Él estaba seguro que la reputación de Expresión iba a tardar al menos diez años en consolidarse, pero ocurrió algo peculiar, pues apenas María Teresa escribió «Corazón de fuego» y el grupo lo puso en escena, significó un salto para ellos y un nuevo paso para los escenarios peruanos.
«Con “Corazón de fuego” se pudo mostrar que el teatro de tema incaico podía mostrar mucho más que el convencional», nos dice Miranda Silva.
Lo peculiar de Expresión es que lo integra, casi en su totalidad, la familia Zúñiga Norero: desde María Teresa y Jorge, quienes además de escribir, producir o dirigir las piezas teatrales, son los padres de Jorge Luis y Marco, dos jóvenes que actúan desde que aprendieron a caminar.
Obras como «Mades Medus» o «Zoelia y Gronelio» constituyen universos muy personales, únicos en las tablas latinoamericanas, razón por la cual la prestigiosa «The Oxford Encyclopedia of Theatre and Performance», de Inglaterra, calificó a María Teresa Zúñiga Norero como «Una de las más “avantgarde” —personalidad muy destacada— y prolíficas dramaturgas latinoamericanas de fin de siglo». De «Mades Medus», Eduardo Cabrera, de Millikin University (Illinois, EE.UU.), ha escrito que «la profunda filosofía que se desprende de un teatro poético cargado de múltiples significados, nos obliga a revisitar el concepto del fin de las utopías».
La magia de María Teresa no está únicamente en su obra, pues pocos creadores de su talla muestran tanta sencillez, deferencia y generosidad hacia sus muchos admiradores. No es raro verla, en presentaciones y festivales de teatro, vestida en bluyín, prestando ayuda a sus colegas. Una anécdota: se había trasladado a Lima por invitación de la Universidad Científica del Sur, y sin sospechar lo que le tenían preparado, estaba ocupadísima, echando una mano durante una presentación, cuando fue llamada al escenario para otorgarle el reconocimiento por su destacada trayectoria teatral.
Las decenas de premios y reconocimientos que ha recibido parecen ser simples alicientes que complementan la obra de toda una vida: profundas reflexiones sobre la condición humana, que abarcan desde complejas piezas teatrales para un público erudito, hasta divertidas y emotivas funciones juveniles e infantiles.
Aunque ha publicado poco, mucha de su obra ya ha sido puesta en escena. Se trata de una autora cuya obra es profundamente admirada por los cultores del teatro de todas partes de Latinoamérica, Europa y Estados Unidos, donde se ha presentado en diversas oportunidades. Por eso, María Teresa Zúñiga es, a través de los montajes de su obra, una legítima embajadora del Perú.

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