Juan
Carlos Suárez Revollar
La pintura en Huancayo
tiene a unos pocos y prestigiosos representantes, entre los cuales la obra de Víctor
Matos se alza como un valioso hallazgo en el arte de la región Junín.
«En primer lugar, conozco los
Andes», dice Víctor Matos, pintor representativo de Huancayo nacido en 1933.
«En los Andes está el trabajo del hombre, la belleza de la mujer campesina, la
hermosura del paisaje, y sobre todo, la riqueza profunda de los mitos andinos».
En cada trazo suyo se
encuentra la historia del valle, y en esa línea, la historia del propio pintor:
nacido en la provincia de Yauli en 1933, por sus ojos han pasado miles de
imágenes, aún claras, de las costumbres de la zona, incluso aquellas que el
tiempo ha terminado por relegar.
Su pintura son colores
superpuestos de aquel mundo que, cuando niño, contemplaba como algo cotidiano:
a la “cutuncha”, una aldeana vestida con cotones, pero que ya lleva
desaparecida varias décadas. «Yo tuve contacto con aquellas personas que ahora
ya no están», dice Víctor Matos.
Entonces había unos obreros
que trabajaban en las construcciones, vestidos con camisas blancas de bayeta y
pantalones negros, que amasaban el barro con los pies para hacer la quincha y
los adobes. Todo ello aparece en la pintura de don Víctor.
«Mi pintura tiene la intención
de mostrar la imagen del personaje de esa época que concuerde con la historia,
la vivencia y la mitología de aquella época», nos dice. «El objetivo de mi
pintura es darle valor al color. No soy una persona triste, y el color lo
alegra más a uno, el color es alegría».
Su pintura, llena de colorido,
retrata a los Andes con alegría y calidez. «El hombre andino no ha sido un
personaje triste. Fue el deseo de avasallarlo y sojuzgarlo el que intentó
quitarle su vida, sus sentimientos, y lo mostraba triste, tocando su quena
junto a su llamita», añade.
Víctor Matos se gana la vida
ilustrando, dibujando, y en sus ratos libres —que son más bien pocos— pintando.
Como él, en su familia su hijo mayor le ha seguido los pasos, y es un respetado
ilustrador de la zona.
Su práctica es tan mutable,
que en sus ilustraciones puede incluso ayudarse de técnicas modernas como el
retoque digital. Pero definitivamente, es en sus trabajos a mano donde su obra
alcanza su mayor nivel.
«¿Siente nostalgia por la
progresiva desaparición de ese mundo retratado en sus pinturas?», le
preguntamos, y él responde con un no rotundo. El objetivo de su obra, nos dice,
«es rescatar y reforzar la identidad de este pequeño gran pueblo que es ahora
Huancayo».
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