Enrique Ortiz Palacios
A propósito de la huelga magisterial
escuché decir a alguien que para solucionar el problema de la educación peruana
“deberían traer a profesores de EE.UU.”. Recordé entonces los razonamientos de
mi niñez cuando a cualquier problema le encontrábamos una solución muy
sencilla: “Por qué no traemos a Superman y otros superhéroes”, tal vez
invocaban a Rambo.
El problema de la educación peruana no
solo recae en el docente sino que también implica al padre de familia y al
Estado, sin ellos “unidos” no habrá quien nos salve, ni siquiera los héroes de
los cómics. Además quiero aclarar que EE. UU. no es el paraíso en educación. La
Evaluación PISA 2009 (Programa
Internacional para la Evaluación de Estudiantes, en español) ubica a ese país
en el puesto 17 en habilidad lectora —mientras que Shanghái (China) está en el
primero—, puesto 31 en Matemáticas y lugar 23 en ciencias, en tanto que China ha
obtenido los primeros lugares de los 65 países evaluados.
Esta
situación puede ser corroborada viendo el documental “Waiting for Superman”
(Esperando a Superman), donde se puede apreciar los niveles terribles de la
educación norteamericana y sus soluciones al estilo “Tinka peruana”, y un sindicato
muy parecido al nuestro —en el sentido de que son muy reacios a cualquier
cambio planteado por el estado—. También pueden ver la película “Bad Teacher” o “Malas enseñanzas”, donde la protagonista Elizabeth Halsey es una
profesora con poca vocación de enseñanza, además de inmoral, viciosa y abúlica.
Un reflejo tal vez de ese sistema educativo estadounidense que tanto admiramos
algunos. Sin embargo, me quedo con ese capítulo de “The Simpsons” en que a los alumnos más
incompetentes y malcriados —incluido el director Skinner— son “premiados” con
un viaje, cuando en realidad quieren deshacerse de ellos para que en la evaluación
general no salgan perjudicados.
Viendo “Esperando a Superman”
nos enteramos que en “Gringolandia” premian con un bono a las escuelas y
profesores si sus estudiantes han obtenido altas calificaciones. Nuestros problemas educativos serán
solucionados en la medida que TODOS los involucrados participemos verdaderamente, sin imitar
modelos educativos como el antes mencionado.
El “bullying” —mejor decir acoso escolar o lo que antaño llamábamos “lorneo”—
existe porque el profesor ha perdido el horizonte en la educación, ha dilapidado
su credibilidad. El Estado en vez de
darle alicientes ha pregonado a todos los vientos que el maestro es ocioso,
borracho, violador, cuando es el mismo gobierno quien lo cobijo por cinco años
en las aulas universitarias y luego le entregó su “licencia para enseñar”.
Muy saludable, entonces,
sería leer el capítulo III de “La civilización del espectáculo” de Mario Vargas
Llosa, titulado “Prohibido prohibir”, y les aseguro que de alguna forma se
recuperará esa dignidad que todo ser humano necesita, por nuestros hijos, por
nuestros estudiantes, para ser un verdadero Superman.
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