“La santa”
Gabriel García Márquez
La hizo desnudarse en su alcoba, la baño con jabón de olor, la secó, la
perfumó con su agua de colonia personal, y la empolvó de cuerpo entero con su
talco alcanforado para después afeitarse. (…) La bella desnuda atravesó en
puntillas la casa en penumbras, como un sueño de la siesta, y dio dos
golpecitos tiernos en la alcoba del fondo. (…) Margarito asimiló el golpe con
una gran dignidad. Adabó de abrir la puerta para darle paso, y ella se tendió
en la cama mientras él se ponía a toda prisa la camisa y los zapatos para
atenderla con el debido respeto.
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