Roberto Loayza
Era jueves y aún se sentían los
estragos de una descomunal resaca cumpleañera. En medio de la mala costumbre de
escuchar música y ver TV al mismo tiempo, el zapping cayó en la CNN. La noticia
no podía ser más horrible: “Se cree que Michael Jackson ha fallecido en su
mansión alquilada en Holmby Hills, Los Ángeles”.
Sin duda alguna, la estrella más
grande en los años 80, y con toda certeza uno de los artistas más populares de
la música de todos los tiempos, Michael Jackson tuvo una infancia difícil,
llena de abusos y maltratos por parte de su inefable padre. Su desfogue fue la
música, demostrando desde muy pequeño una habilidad sobrenatural para el canto
y el baile. Al poco tiempo de cumplir los once años, ya salía su primer single
“I Want You Back”, junto con los Jackson 5: sus hermanos Jackie, Tito, Jermaine
y Marlon, y bajo el madrinazgo de la gran Diana Ross. El éxito fue instantáneo.
Temas claves como “ABC”, “The Love You
Save”, “I’ll Be There”, entre otros, le dieron la idea a su avaro padre de que
podría lucrar mucho más explotando al más carismático y talentoso de los cinco,
como resultado “Jacko” debutó en 1972 de solista con el regular “Got To Be
There” del que recordamos el contagiante “Rockin Robin”.
Lo siguiente fue “Ben” un señor disco
de baladas en donde la melancolía de la joven estrella se manifiesta en el tema
del mismo nombre. Con “Music & Me” no le fue tan bien y, a pesar de que
“Forever Michael” ya mostraba lo que se iba a venir, especialmente con esa
maravilla llamada “One Day In Your Life”, la Motown cometió un error histórico
y no apoyó al joven “Jacko”, obligándolo prácticamente a regresar con los
Jackson 5, durante 1976 hasta 1978, y a cambiar de sello musical, la Epic
Records.
Lo que continuó fue histórico,
mientras grababa el ya olvidado musical “El Mago de Oz”, conoció a Quincy
Jones, dando como resultado una de las comuniones melódicas más exitosas y
celebradas de todos los tiempos. Es así que en agosto de 1979 sale a la luz
“Off The Wall”, un LP tan célebre como genial donde descubrimos que Michael no
solo era un fenomenal cantante y bailarín, además era un compositor de primer
nivel, siendo su primer éxito un tema propio: “Don’t Stop ‘Til You Get Enough”,
atrayendo luminarias como Paul McCartney y Stevie Wonder. En la ola soul, funk,
disco y rock, la crítica y el público se rindió ante este magnífico combo.
Lo siguiente tenía que ser mejor y lo
logró: “Thriller” (1982) es aún el disco más vendido de la historia, con más de
65 millones de copias distribuidas y siete exitosos singles, entre ellos los
himnos “Billie Jean” y “Beat It”, ambas composiciones de Michael.
Podemos arriesgarnos a decir que es el
mejor álbum que se haya escuchado en toda la década. “Thriller” era la cumbre
del talento de “Jacko”, y el video del tema homónimo también es frecuentemente
signado como el mejor hecho en la historia. La presentación televisiva de su
paso lunar en “Billie Jean” fue comparado con las actuaciones de Los Beatles y
Elvis. Fue entonces cuando lo empezaron a llamar el “Rey del Pop”.
Entre quemaduras y enfermedades,
Michael continuó siendo el Rey Midas de la música. El vitíligo lo atormentaba,
la anorexia lo debilitaba, y sus excentricidades empezaban a llenar tabloides,
mientras el mundo volvía a rendirse con otra maravilla: “Bad” llegó a tener cinco
números “1” en las listas, todo un record.
Los 90’s los inició con “Dangerous”,
su último gran disco, sus presentaciones eran cada vez más grandiosas y fue
entonces que le estocaron por la espalda una herida de muerte: las advenedizas
acusaciones, nunca probadas, de abuso sexual. Buscando refugio en el amor se
casó con la hija de Elvis, aunque no sirvió de mucho. Seguiría su ambicioso
proyecto inacabado “History” en 1995 y la llegada de sus hijos Michael Joseph,
Paris y luego Prince, pero nunca la paz. Siguieron más acusaciones de abusos,
problemas con la Sony, su álbum final “Invincible”, que salió en mal momento, y
la retirada.
Los juicios prosiguieron al igual que
sus rarezas, el devastador efecto que las múltiples operaciones dejaron en su
cuerpo y una poco difundida adicción a la morfina y otras “golosinas”
similares. Sin embargo, cual fénix se logró levantar para volver por la puerta
grande.
En los días que antecedieron su
partida, se encontraba en los atareados ensayos para lo que iba a significar su
triunfal regreso a los escenarios, doce años después de su “History Tour”. 50
conciertos en el hermoso “O2 Arena” de Londres, donde iba a presentar nuevas
canciones junto con los clásicos de siempre. Las coreografías, tal como se
puede observar en el documental que salió luego, eran, como siempre,
extraordinarias, “This Is It” se iba a llamar la que tal vez sería su última
gira. Hasta que llegó esa maldita tarde de junio, de dolor de cabeza y
lágrimas. El miércoles último hubiera cumplido 54 años.
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