miércoles, 3 de octubre de 2012

PERFUME DE MUJER


Los aires difíciles

Almudena Grandes


Rodeó con un brazo el cuerpo de Charo para atrapar uno de sus pechos, el objeto de aquella lejana y grosera exhibición, y lo amasó, y lo apretó, y lo estrujó, y lo pellizcó mientras, en su cabeza, la voz de un chico torpe y sin suerte que hablaba con Dios y decía te quiero sin mover los labios (…) Ella no se quejó, no dijo nada, pero la pinza que se había cerrado sobre su pezón derecho precipitó quizás su siguiente movimiento, y Juan pudo anticiparlo, interpretó sin dificultad sus intenciones cuando Charo decidió cambiar de objetivo y separó la cabeza de la suya para zambullirse sin transición alguna en su vientre, y ahora aquellos labios que parecían tan satisfechos antes de sangrar en vano recorrían las paredes verticales de su sexo para procurarle un placer creciente, razonable, conocido.

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