“Mujeres apasionadas”
Carmen
Ollé
Si la segunda mujer ha sentido atracción por
la primera, la misma que sintió por todos sus ex amantes, si para ella el
placer es sinónimo del amor y éste mueve el mundo (…) entonces la segunda mujer
está sola y se prepara para seguir estándolo por el resto de sus días.
Cuando la primera mujer haya olvidado a la
segunda, ésta repasará el modo en que se le entregó la primera, sus gemidos,
sus ojos en blanco. El sello de su más íntimo placer: el color de su trusa y el
encaje en el preciso lugar donde se ha de romper.
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