Te llamaré Viernes
Almudena
Grandes
Una mujer también desnuda, pero no bella como
la Redgrave, aparecía de perfil dentro de una gran copa de coñac, cubriéndose
el pecho con los brazos cruzados, las manos estiradas y los dedos juntos en un
torpe gesto de bailarina tailandesa, mientras que sus piernas dobladas en
cuclillas ocultaban completamente su sexo. Llevaba una fina pulsera dorada en
un tobillo y una especie de banda fabricada con dos cintas de colores
entrecruzadas ceñía su frente, llamando la atención sobre su rostro tanto al
menos como la excesiva sonrisa que deformaba su boca levemente caballuna.
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