Jhony Carhuallanqui
La creación de Adán (Capilla Sixtina) - Miguel Ángel. |
Por lo general, la sucesión de un Papa
se da tras su muerte; sin embargo, la figura de una renuncia también es admitida,
pues, según el Código del Derecho Canónico (algo así como la Constitución de la
Iglesia Católica), el Sumo Pontífice puede renunciar al cargo y, para que ello tenga
validez, sólo es necesario que sea voluntario y se presente formalmente, sin la
necesidad que autoridad eclesiástica alguna la acepte.
Benedicto XVI dejará el liderazgo de
la Iglesia Católica este 28 de febrero, haciéndose necesaria la elección del
266° Papa, el mismo que sólo puede ser elegido entre y por los 117 Cardenales
(menores de 80 años) en un Cónclave que ha de realizarse en la Capilla Sixtina.
Dicho Cónclave se convoca entre los 15 y 20 días posteriores a la muerte del
Papa, pero, en este caso, será llamado el mismo día de la oficialización de la renuncia.
El periodo en el cual no se tiene Papa
se conoce como “sede vacante”, y el encargado de la
administración del Vaticano es el Cardenal
Camarlengo (Secretario de Estado de la Santa Sede), que en este caso
también podría ser elegido como Sumo Pontífice.
La elección puede durar algunos días,
o incluso semanas. En tiempos lejanos, para la elección, los Cardenales eran
encerrados “bajo llave” (significado literal de Cónclave) y para coaccionarlos
a apresurar su decisión, en algunos casos, los tenían a pan y agua o con una
sola comida al día. La técnica daba resultado, y así se redujeron las
elecciones prolongadas, como la de 1268 que duró dos años y nueve meses. Las
técnicas de coacción hoy no son tan “persuasivas”, a lo sumo se les prohíbe
televisión, radio y celulares, hasta lograr los 2/3 de votos necesarios.
Para saber si el heredero papal ya
tiene nombre, la gente avistará desde la Plaza de San Pedro una “fumata blanca” extendida en el cielo de
la Capilla Sixtina, y si esta fumata
fuera negra, significa que aún no han
llegado a un consenso, y solo queda esperar las reconsideraciones y
negociaciones al interior del Cónclave.
Joseph Ratzinger fue Cardenal de
Alemania hasta 2005, año que asumió el pontificado como Benedicto XVI y, a ocho
años de su asunción, se retira argumentando su avanzada edad y la falta de
fuerzas para proseguir con su labor pastoral, testimonio que se ha ido acreditando
con las constantes muestras del deterioro de su salud. Sin embargo, la tesis de
una conspiración, nuevamente, se asoma y se refuerza con los llamados “Vatileaks” (informes secretos filtrados a los medios), que
fueran develados por su exmayordomo y que exponían la corrupción enquistada en la
Iglesia, ya desacreditada por la benignidad en los temas de pedofilia.
La oposición a la Santidad del Trono
de Pedro es permitida en los no creyentes, pero acciones como tomar la Catedral
de Notre Dame (París) son quehaceres
provocadores, inspirados por una intolerancia circense, faltando el respeto a
miles de fieles que no tienen que ver con los exabruptos de sus líderes. Es
cierto que se cometieron excesos papales, como con Bonifacio VIII, quien
practicó la brujería y profesó ser ateo, o Rodrigo Borgia (Alejandro VI), que
vivió en incesto con sus hermanas e hija, mas eso no amerita que todo católico
los apruebe.
De otro lado, mucha gente ve esta
renuncia como el escenario previo para que se cumpla la profecía de San Malaquías, según la cual asumirá el
Pontificado un último Papa (“Pedro el Romano”) y, a partir de ello, será el
inicio del fin de los tiempos. Predicción similar a la de Nostradamus, quien vaticinó que tras la asunción de un “Papa Negro”, el apocalipsis llegará.
MÁS DATOS: La
última renuncia de un Papa a su pontificado fue en 1415, después que Gregorio
XII dimitiera al cargo como parte de los acuerdos para finalizar el Gran Cisma
de Occidente. Con Benedicto XVI serían doce los sumos sacerdotes que abdicaron
al trono del Vaticano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escribe tu comentario aquí.