Historia
del ojo
Georges Bataille
Simona imaginaba también que yo sostendría a Marcela,
esta vez sólo con el liguero y las medias, el trasero en alto, las piernas
replegadas y la cabeza hacia abajo; Simona se vestiría con una bata de baño
empapada en agua caliente y por tanto pegada al cuerpo, pero con los pechos al
aire y montada sobre una silla blanca esmaltada con asiento de corcho; yo
podría excitarle los senos tocándole los pezones con el cañón caliente de un
largo revólver de ordenanza cargado, recién disparado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escribe tu comentario aquí.