Manuel F. Perales Munguía
Marina Porras (Viques, julio 2008). Foto: Pedro González. |
En el calendario festivo del valle del
Mantaro, los meses de febrero y marzo, se asocian con la ejecución del Huaylarsh,
danza originalmente agropecuaria que, reinventada en la segunda mitad del siglo
XX, ha incursionado de forma arrolladora en los contextos urbanos, al punto de
haberse convertido hoy en uno de los símbolos de la cultura nacional peruana.
Sin embargo, pese a los complejos
procesos de transformación que ha experimentado el Huaylarsh, esta danza aún
conserva elementos de probada antigüedad y raíz prehispánica. Con respecto al
vestuario, éste es el caso de las fajas, que en lengua huanca se denominan “watraku” o “watruku”, y son elaboradas tradicionalmente hasta nuestros días por
las mujeres de las localidades de Viques y Breña, al sur de Huancayo.
Si bien, desde tiempos precolombinos,
la faja ha sido una prenda de uso generalizado en todos Los Andes centrales, el
“watraku”, confeccionado por las comunidades
de la zona sur del valle del Mantaro, ha destacado desde tiempo atrás por su
calidad estética y técnica. Al respecto, ya en la década de 1950, José María
Arguedas reconoció estos atributos, al igual que años más tarde lo hiciera el
antropólogo suizo Hugo Zumbühl, quien llegó a compilar hasta 58 motivos
decorativos en 1989, además de urdimbres de 840 hilos, que tejedoras como
Marina Porras, María Huzco, y muchas otras más, alternan magistralmente con las
tramas para obtener fajas de doble cara y estructura muy firme.
Entre los motivos representados en el “watraku” huanca, varios parecen tener su
origen en la rica iconografía prehispánica andina, como sucede con el “mayu” o río, y sus variantes que,
durante el siglo XX, fue paulatinamente desplazado por el “tren macho”. Esto
sucedió, entre otras cosas, debido a que la confección del complejo motivo del “mayu” implicaba mayor dificultad.
Además, por su forma alargada, la representación del tren se adaptó fácilmente
a los espacios que tradicionalmente ocupaba el río en las fajas.
De acuerdo al maestro Pedro González
Paucar, el tradicional “watraku” de
Viques y Breña supera en calidad artística a muchos otros tipos de fajas
andinas, siendo una prenda altamente valorada como expresión del arte popular
peruano por estudiosos, coleccionistas e instituciones de todo el mundo. Así,
en museos norteamericanos y europeos se encuentran “watrakus” elaborados por expertas como Cancialina Laureano,
heredera de un conocimiento ancestral riquísimo, al igual que su hija, Blanca
Huamán, quien también mantiene en alto dicho legado, según ha demostrado al
ganar el XXXII Concurso Nacional de Arte de la empresa Michell & Cia, en
octubre de 2012.
En general, no faltan méritos para
considerar al tradicional “watraku”
huanca como Patrimonio Cultural de la Nación, sin embargo, la continuidad de
esta valiosa herencia se encuentra hoy en peligro, debido a su desprotección
frente al mercado y a la indiferencia de los gobiernos locales que nada hacen
por la promoción del arte popular de sus distritos. Incluso entre los cultores
del Huaylarsh existe poco interés en recuperar esta ancestral prenda, puesto
que en estas fechas muchos de ellos emplean las pésimas y baratas fajas que se
encuentran a la venta en la mayor parte de establecimientos del Mercado
Mayorista o alrededores.
Consideramos impostergable la
patrimonialización de las fajas de Viques y Breña ante el Ministerio de
Cultura, como medida inicial para su salvaguarda. Mientras tanto, urgen también
investigaciones serias sobre esta manifestación cultural, al igual que
iniciativas que garanticen su continuidad desde las distintas instancias del
Estado, la empresa privada y la propia comunidad debidamente organizada.
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