domingo, 3 de marzo de 2013

DESLECTURAS (PERUANAS): «Suburbios» / Julián Huanay (Sincos, Jauja, 1907 - Lima, 1969)


Esa literatura que quería cambiar el mundo

Juan Carlos Suárez Revollar


Convencido militante sindicalista, Julián Huanay hizo de su corta obra un manifiesto al servicio de los ideales de la izquierda. Al igual que su novela «El Retoño» (1950), el volumen de cuentos “Suburbios” (1968) pertenece a aquella literatura convertida en arma política. Por eso el efecto de cada relato sobre el lector está supeditado a la toma de conciencia acerca de las imperfecciones del sistema. La mayor parte del libro se escribió entre los cincuenta y sesenta, décadas de grandes acontecimientos sociales en el Perú —el fallido levantamiento de Luis de la Puente Uceda o la reforma agraria, por ejemplo—, y esboza en sus doce breves cuentos una sociedad principalmente urbana (o el campo con mirada citadina), donde se va gestando una revolución proletaria de futuro todavía incierto.
El riesgo de escribir historias con tanto peso ideológico es que este puede prevalecer sobre la anécdota (en ocasiones, casi absorberla). Esto ocurre con frecuencia en el libro, pero hay excepciones, como en “Maruja”, en que ambos elementos se equilibran. Aunque su contenido político es acorde al de los demás relatos, se compenetra con el drama humano que retrata. El punto de vista de un personaje niño —igual que Juanito Rumi de “El Retoño”—­, contribuye a atenuar el violento trasfondo del cuento.
“El negro Perico”, por su parte, describe a los luchadores (sindicalistas o ideólogos). Su protagonista tiene breves apariciones en otras historias del libro como víctima del sistema, y toma en su adultez el rol de agente opositor, cuya muerte es parte de un proceso ya irreversible. El control social toma la forma de una cárcel, que pese a ello puede convertirse en escuela: en “El Peladito” o “Dos maestros”.
Una constante es el desarrollo del contexto antes de comenzar la anécdota, habitualmente referida por un narrador-testigo. Incorpora además numerosas digresiones con situaciones o personajes que refuerzan el discurso, aunque esto es una debilidad, pues extiende el cuento innecesariamente, como en “Champi”.
Los cuentos ambientados en zonas rurales ­—“Añoranza”, “Alumbramiento” y “Yimurí”­— aportan un contraste con el caos de la ciudad, pero sin olvidar su propia problemática. El primero en particular insinúa un armonioso subsistema comunal andino.
“Suburbios” no contiene, como en Émile Zola, ese sustrato que hace de una ficción la aventura humana que es la literatura. Limitarse a plasmar la miseria e iniquidad, sin preocuparse por hacer que la historia siga otros derroteros, restringe su alcance artístico y torna a los cuentos en meros discursos instructivo-ideológicos. Huanay lo explica en “Aída”: «Denunciar en literatura o en lienzos que hay entre nosotros muchas injusticias, demasiada inhumanidad y egoísmo, creo es deber de toda persona con un poco de sensibilidad».
Pero sus verdaderos defectos están en la técnica: graves errores en el punto de vista, omnisciencia del narrador-personaje (quien no podría conocer todo lo que cuenta), retratos estereotípicos porque el autor toma partido, o diálogos en exceso artificiales.
El libro se aproxima más al Nikolái Ostrovski de “Así se templó el acero” que al Mijaíl Shólojov de “Lucharon por la patria”, es decir, a una literatura militante bastante envejecida. ¿Tiene entonces objeto leer “Suburbios” en la actualidad? Definitivamente sí. Es claro que aborda una época en que hombres generosos e idealistas daban la vida para cambiar la sociedad y construir un mundo mejor. ¿No está llena la literatura de ese inconformismo que busca hacer de las utopías una realidad?

MÁS DATOS:

Julián Huanay Raymundo

Nacido en Sincos (Jauja) el 29 de enero de 1907, pasó su infancia en el valle del Mantaro, de donde partió hacia Lima tras la muerte de su madre. Se desempeñó allí en diversas labores: desde ayudante de albañil y mecánico hasta taxista y obrero. Publicó la novela “El Retoño” en 1950 y el volumen de cuentos “Suburbios” en 1968. Por sus actividades sindicales y políticas fue recluido en El Sexto entre 1951 y 1954. Una década más tarde “El Retoño” se tradujo al ruso. Falleció el 20 de setiembre de 1969 en el Hospital Obrero de Lima.

6 comentarios:

Escribe tu comentario aquí.