Hugo
Velazco
La
crónica literaria ha sido, desde siempre, un género atractivo para escritores
que, como Marlon Maraví, se han interesado por desmadejar la realidad cotidiana
con la rigurosidad informativa y la acuciosidad de detalles que ofrece el
periodismo.
En
efecto, los quince textos reunidos en “La
espera y otros textos terrenales” (Nictálope editores, 2013) sobreprotegen
la impronta testimonial de la crónica —ya sea informativa, interpretativa u
opinativa— ubicando a la primera persona como testigo inmediato de los hechos,
como ente reflexivo que, en ocasiones, antepone la expresión literaria sobre la
urgencia informativa.
Este
es un conjunto de crónicas que trasuntan hechos anecdóticos vividos por el
autor, y donde se mueven a veces en el terreno originario lo periodístico y
otras en lo literario, acusando un claro interés por la crítica social y la
condición del hombre, en especial la del poblador marginal de la zona central
del país.
No
obstante, cabe decir que la obra de Marlon Maraví no se agota en la revisión
del contexto —grotesco y cóncavo— que describe en sus relatos, ello sería una
visión sesgada y restringida, pues la obra toma el título precisamente de uno
de los cuentos que condensa los temas y motivos de los demás: “La espera”.
Es
un relato de corte amoroso y de matiz trágico. En él se recurre al clásico
idilio entre el artista y la prostituta —a la manera de García Márquez en “Memoria de mis putas tristes”, o “El anatomista” de Andahazi, por citar
ejemplos latinoamericanos—, aunque desde una perspectiva sórdida y patológica
que recuerda a William Loveday, el adolescente de “Cuadernos de una juventud al desnudo” de Billy Childish, por la psicosis
manifiesta —y casi siempre factor común del artista— en el personaje principal:
un estudiante universitario con planes obsesivos de convertirse en un «gran
artista».
Este
relato adquiere relevancia en el texto precisamente por fundir, a nivel de la
expresión, la crónica vivencial y el lenguaje lírico, y a nivel de contenido,
el ácido cuestionamiento a una sociedad degenerada en la que las relaciones
humanas se subordinan a la posesión de riqueza u opulencia material, que rebasa
cualquier propósito sentimental sincero, espontáneo e, inclusive, ingenuo.
Los
textos que conforman el integro de la publicación mantienen dichos rasgos, en
mayor o menor medida, pero siempre conservando el tono pesimista y la faceta
periodística —todos los textos fueron publicados en la columna cultural del
diario regional “Hoy” de Huánuco—,
como puede apreciarse en “Adiós al Señor
de Marcos”, “Jueves santo: Crónica de un desastre”, “La ciudad gris” o “Ricardo Robles y Coz: un humano, un
artista, un amigo”, entre otros, que testimonian la cotidianidad terrenal
del escritor, en su búsqueda por hallarse y definirse como un habitante de la
urbe que prefiere hablar de lo veraz, de lo secular, de lo tangible, a la
manera de Pablo Neruda: «Hablo de cosas
que existen, ¡Dios me libre/de inventar cosas cuando estoy cantando!»
Marlon
Maraví, que ya en el 2011 nos presentaba su clara línea objetivista en su “Testimonio del hombre que caminaba”
—poesía—, se reafirma en esta edición como un indiscutible exponente de la
literatura de corte realista y crítico de la realidad, amalgamando
acertadamente la función poética y la precisión del estilo periodístico, pues como
afirmara Carlos Fuentes: «La pureza literaria no existe, como de igual manera
tampoco podría existir la pureza periodística».
“La espera y otros textos terrenales” es
claro ejemplo de ello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escribe tu comentario aquí.