Carlos Villanes Cairo
Ahí, al pie de la montaña escarpada en
piedra viva, encima de la peana de un cristalino riachuelo, los wankas
construyeron un adoratorio a su enseña tutelar: el dios Wallallo, porque en los
días de cielo transparente se puede ver el nevado Huaytapallana, donde
permanece prisionero el todopoderoso señor de estas tierras, rodeado de cuatro
montañas de nieve; son sus hermanos que lo custodian, y cuya genealogía
describió el cura Francisco de Ávila.
Debió de ser un santuario parco, pero
imponente y bello. Construido con menudos bloques de piedra labrada, con
algunas habitaciones para los oficiantes y una pequeña explanada exterior para
rendir culto a Wallallo, especialmente en los atardeceres rojizos con filos de
nevazón dorada en las montañas.
Un día aparecieron los bárbaros
barbudos, al mando de Francisco Pizarro y el padre Valverde, y deslumbrados por
el primor del santuario ordenaron: «Arrasadlo todo», dijo el cura. Y el ex porquerizo
extremeño: «Oro que encontréis, en propiedad común», quería decir: «la mitad
para vosotros, y la otra para mí y un décimo para el rey». Embrujados por el
presunto tesoro no dejaron una piedra en pie, tampoco consiguieron mucho oro,
pero sí objetos de arcilla, mates de calabaza, mantones de lana bordada y
ofrendas para el dios.
El explícito servicio religioso del
adoratorio inspiró a Valverde la construcción de una capilla. A 3 km de allí se
arrasó un poblado wanka y sobre sus cenizas se fundó la villa de Santiago León
de Chongos Bajo, destinando terrenos para una iglesia matriz, la residencia de
los nuevos señores y se erigió una pilastra llamada Cani Cruz, “Cruz que muerde”
—y a la que algún fanático masón le ha puesto un símbolo de su camada—.
Los chonguinos no aceptaron a los
nuevos hombres ni a los nuevos dioses. Se autorizó el funcionamiento de la Inquisición y
eligieron como sede la capilla devastada y la llamaron “Capilla del Copón de la
Inquisición”, porque tenía un cáliz y una custodia más grandes que las
fabricadas con el oro de Cajamarca. Le adosaron pequeñas habitaciones laterales
que sirvieron de cárcel—hoy han desaparecido—, aprovecharon una gran piedra
cercana para castigar feroz y públicamente a los herejes en la denominada Plaza
de la Inquisición.
Instituida el 25 de julio de 1534, día
de San Santiago, que de matar moros en África pasó a matar indios en América,
la nueva villa de Chongos adquirió el rango de Gobernación y de allí salieron
los frailes dominicos que ayudaron a Jerónimo de Silva, en 1571, a fundar Huancayo.
Convertido en Taita Shanti, el 25 de julio, por la mañana
se le reza y luego día y noche se baila el Santiago, a los ocho días la octava
y a los 16 el octavario. En abril nacen muchos niños gracias a esas fiestas,
mientras el Santo, montado en su caballo blanco, cabalga por el cielo
disparando rayos en días de lluvia, y cuando aparece un torbellino de viento y
granizo, en forma de remolino, trata de fulminarlo a rayo limpio, mientras el
tornado, que no es otro que el antiguo Amalu de los wankas, quiere subir y
esconderse en una nube.
No pues, el rayo que truena no es del tayta Chanti; es del apu Wallallo Karwincho que se fue, llevándose su rayo de candelas,a Chinchaysuyo adentro mandándolo al carajo a Pariakaka. Por eso, en Lima y en la tierra de los yungas no conocen al apu Illapa (al rayo).
ResponderEliminar¿Es desde su instalación que funciona ahí la "Santa Inquisición "?
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