lunes, 13 de mayo de 2013

¿Es el hombre un ente de mil realidades?


Miguel Ángel Villalobos Caballero

Otra muestra de la violencia humana: 27 muertos, la mayoría niños, en la masacre de Connecticut (EE. UU.), una de las peores en la historia.
Una de las cosas más fascinantes en el mundo del conocimiento y de la reflexión filosófica es saber y encontrar una respuesta certera sobre lo que es la especie humana, a la que más bien se le podría llamar “especie inhumana”, si nos fijamos en los acontecimientos mundiales actuales, donde se ve inseguridad ciudadana provocada por tanta violencia verbal y física de humanos contra humanos, que siendo así, los hechos han convertido a la “vida”, en vida de violencia e inseguridad, como algo que ya no solo preocupa a una región, sino al mundo entero.
Así resaltan hechos tan horribles y detestables como aquellos que ocurren en Estados Unidos o en otras partes del orbe, como nuestro país, donde demuestran que hay que volver a indagar y reflexionar sobre esa vieja pregunta: ¿qué es el hombre?, o más modernamente: ¿qué es una persona?
Pregunta nada fácil de responder si se tiene que en el mundo obran y pululan tantos puntos de vista e ideologías, tantas cosmovisiones y religiones que afirman de lo que es o puede ser un hombre o la especie humana, así, por cuestión de raza o nacionalidad podrían haber diferencias importantes que los hagan diferentes; sin embargo, en el fondo, cualquier humano, en relación a otros, no es más que otro humano: todos vivimos, todos morimos.
En todas partes encontraremos humanos ricos o pobres, inteligentes o absurdos, pasionales o fríos, benditos o malditos, y, curiosamente, todos ellos en un mundo como el de hoy no son más que seres con prejuicios que los limitan a entender a cabalidad el mundo, sí, ese prejuicio de siglos pasados que continua en el siglo veintiuno y continuará con ignorancia, superstición, miedo e intolerancia y, por qué no, también con envidia y codicia, que creará diferencias para desnaturalizar y excluir conforme a sus intereses de grupo, creando más criterios subjetivos  para diferenciar antes que para igualar.
Es que hoy, el hombre o la persona nunca hallará la tan ansiada igualdad, ésta es lo mismo que el mito, es algo que no existe ni existirá en este tiempo u otro, salvo se trate de la igualdad como derecho, así la ley positiva siempre dará derechos individuales (vida, nombre, opinión) así como derechos sociales (educación, trabajo, seguridad social), pero no la igualdad que sueñan lo tocados: igualdad de ojos, tez o espíritu.
Es por eso que el hombre, como vida y como especie, siempre será “sui generis” frente a otras realidades no humanas: una mezcla de virtudes y fracasos, por no decir de vicios, que lo hacen terrible o benignamente humano, siempre indescifrable, metido en un tiempo, en un espacio, en una circunstancia, en una condición que lo lleva a una aventura para ahora y para siempre.

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