sábado, 31 de julio de 2010

Que la magia del arte nos inspire

(Edición Nº 323 del 24 de julio de 2010)

Arturo Neri

Entrados ya en una nueva era los artistas se preguntan sobre el rol del arte en la era de los silfos; muchos viajan en busca de la modernidad, otros son inspirados por los descubrimientos de la ciencia y la tecnología, y hay también de aquellos que no abandonan la tradición no defendiéndola sino expresándola en cada movimiento, en cada sonido, en cada color, en cada gesto, en cada palabra, en cada expresión y en cada imagen.
El genio creador de los abuelos no se ha perdido, no ha sido desalojado de nuestros genes, no ha sido cubierto con el velo del olvido, está allí, no en el museo ni en los proyectos culturales sino en el presente, enterrado pero vivo, danzando al sol con movimientos sincronizados, recreando sus colores y sus sabores en armonía con la memoria colectiva, en compás de espera atento al dar de batuta para iniciar el movimiento esperado.
Muchas manifestaciones artísticas están contribuyendo a la reconstrucción de aquella identidad oscurecida hace varias centenas de años, están buscando el cause entre la tradición y la modernidad, entre el espanto y la ternura, entre lo humano y lo divino; están absorbiendo de las raíces esa energía milenaria esencial e invisible que se hará visible cuando el sol sin ocaso derrame sus primeras luces perpetuando la presencia de la causa primera, de la belleza inmutable; estos movimientos culturales, orquestas sinfónicas, compañías de teatro y otros no están haciendo otra cosa que hollar el camino en aras de ir perfilando una identidad genuina y tolerante acorde a esta era.

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