domingo, 17 de junio de 2012
COLUMNA: UN MUNDO PERFECTO
El príncipe del desierto
Jorge Jaime Valdez
Jean-Jacques Annaud es un director de cine francés que se hizo conocido entre nosotros por haber llevado al cine la gran novela de Umberto Eco, “El nombre de la rosa” (1986), con un experimentado Sean Connery y un joven Christian Slater, como maestro y discípulo respectivamente. Para muchos ésta era una adaptación casi imposible por la complejidad de la historia detectivesca y erudita del semiólogo italiano, contextualizada en plena edad media. En 1991, adaptó otro libro a la pantalla grande, “El amante” de Marguerite Duras, logrando una cinta de fino erotismo con una nínfula llamada Jane March.
“El príncipe del desierto” (2011) es la primera película, que llega a nuestra ciudad, de este cineasta considerado el más “hollywoodense” de los directores europeos.
La trama está ambientada durante las primeras décadas del siglo XX en el desierto árabe, donde dos tribus se enfrentan por una franja de tierra que contiene cantidades industriales de petróleo, por ello el título original del filme es “Black Gold”, “Oro negro”.
Dos jeques defenderán a su pueblo: uno ambicioso y desleal, interpretado sin convicción por el español Antonio Banderas; el otro justo y pegado a sus creencias y tradiciones. Después de un periodo de quince años, donde reinó la paz, volverán a enfrentarse por la ambición a las riquezas del emir Nesib, quien además tiene como hijos adoptivos, o trofeos de guerra, a dos hermanos, hijos biológicos de su enemigo. Uno de ellos, Auda, se enamorará de la hija de Nesib —la bella Frieda Pinto—, pero el amor será cortado por la guerra.
La historia nos recuerda a las películas épicas de antes. Es una cinta amable, filmada básicamente en espacios abiertos, con escenas de batalla muy bien construidas. La fotografía es deslumbrante, y la puesta en escena también. Nos acerca a ese mundo lejano para nosotros: la cultura islámica, para los occidentales incomprensible y desconocida.
Probablemente, esa visión algo maniqueísta le resta méritos a un filme que entretiene, justamente por ser una película de aventuras. Vemos que los musulmanes son buenos y que occidente, a través de los petroleros texanos, pervierte este aparente paraíso hecho de arena y viento. El dinero pronto será el motivo para que se originen otra vez los conflictos. También nos acerca a conocer el principio de los Emiratos Árabes como potencia energética por la posesión del petróleo.
Como en la mayor parte de la filmografía de Annaud, esta también es la adaptación de una novela: “The Great Thirst”, escrita en 1957 por Hans Ruesch, conocida también como “Al sur del corazón”. Es muy extraño que una coproducción franco - ítalo - árabe llegase a nuestro cine, quizás porque es distribuida por la “Warner Bros.”. No deberían sorprendernos los horarios espantosos que tuvo, ni que solo estuviera una semana, pues cualquier producción que tenga algún interés, aparte de los horarios excluyentes, es confinada a las salas 6 ó 7, que son las más pequeñas y las peores en Cine Planet. El resto están llenas de “Hombres de negro”, batallas navales, espejitos, Blanca Nieves y otras piedras del montón.
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