Sandro
Bossio
Foto: Luis Puente de la Vega Rojas |
La historia, la religión, las artes, el
mundo, han sido marcados de una u otra forma por el número 4. Aunque para
algunos es considerado la cifra de la perfección, y para otros el símbolo de la
mala suerte, el 4 se ha acuñado permanentemente en nosotros. “Solo 4” es, en
toda la región central de nuestro país, el número de la cultura por ya nueve
años. Así empieza este especial por
aniversario. ¡Disfrútelo!
En el mundo antiguo
el 4 representaba el ciclo de las estaciones del año. El número 4 puebla el
mundo y la historia. Los científicos nos dicen que una galaxia típica tiene en
torno a 4×10^11 estrellas.
En
la aritmética y la geometría el número 4 representa lo
sólido (así como el 1 representa el punto, el 2 la línea y el 3 la superficie).
No hace mucho se le
puso como nombre “Vesta” al asteroide número 4, conocido también como el
“cuarto” por haber sido ese el orden de su descubrimiento. Es el asteroide más
brillante que podemos observar con un
diámetro de 530 kilómetros.
En la cultura
incaica, durante el camino, Ayar Cachi, con su honda,
derribó 4 montañas que obstaculizaban el camino hacia la fundación
del imperio incaico. En la cultura china
el 4 es un número de mala suerte, puesto que hay una gran similitud
fonética con la palabra que significa muerte.
En el Japón se
extiende esta mala fama del 4 y, por ello, no existen los pisos cuartos en
ninguno de sus edificios. Es un número tan temido que los dueños de automóviles
con el número 4 en sus placas prefieren perder el dinero y comprarse otro.
En la numerología el
4 tiene que ver con el sentido del orden y los valores. Es el signo de lo
práctico, la lealtad, la rigidez y la represión.
En el Talmud, el número
4 se refiere a todo lo que viene para el hombre luego de la revelación de Dios.
En el Corán el número 4 es el número que afecta a las cosas que tienen un
comienzo, a las cosas ya terminadas, a lo material, es decir es el número del
mundo. En el Ramayana el 4 viene a ser un símbolo del cosmos debido a que son
un total de cuatro puntos cardinales.
En la literatura, el
número 4 aparece en el Quijote por lo menos 85 veces y, cosa curiosa, el título
original del libro era “Los cuatro libros del ingenioso hidalgo Don Quijote de
la Mancha” —al igual que los cuatro libros del Amadís de Gaula—. A propósito,
en esta espectacular novela de caballerías el número 4 representa las edades
del hombre: niñez, juventud, madurez y vejez.
Cuatro son, además,
los tres mosqueteros (contemos siempre a D'Artagnan).
Sin embargo, es en la
tradición bíblica donde encontramos el número 4 en mayor proporción. Se plasma,
por ejemplo, cuando Ezequiel visualiza los cuatro querubines, cada uno de ellos
con cuatro caras y cuatro alas.
En un pasaje se dice que en el Paraíso existían 4 ríos y, en la parábola del sembrador, aparecen cuatro tipos de tierra: la tierra buena, la de junto al camino, la de espinos y la de muchas piedras. Desde luego, 4 son los Evangelios que narran el paso de Jesús por el mundo (Mateo, Marcos, Lucas y Juan).
En un pasaje se dice que en el Paraíso existían 4 ríos y, en la parábola del sembrador, aparecen cuatro tipos de tierra: la tierra buena, la de junto al camino, la de espinos y la de muchas piedras. Desde luego, 4 son los Evangelios que narran el paso de Jesús por el mundo (Mateo, Marcos, Lucas y Juan).
El número 40, por su
lado, representa el cambio, la traslación de un período a otro, el tiempo que
duraba una generación. Así, el diluvio universal dura 40 días y 40 noches. Los
israelitas permanecen 40 años en el desierto. Moisés debe quedarse 40 días en
el monte Sinaí, mientras que Elías peregrina otros 40 días hasta el lugar
sagrado. Ya en el Nuevo Testamento, Jesús ayuna 40 días y son 40 los días que
permanece entre sus discípulos entre la Resurrección y la Ascensión.
En el budismo, el 4
representa las direcciones del corazón y, en el mismo credo, el árbol de la
vida tiene cuatro ramas y de sus raíces surgen las cuatro corrientes sagradas.
En la cultura azteca, el siglo se dividía a su vez en 4
series de 13 años. En el famoso calendario de esta civilización se muestran los
Cuatro Rumbos del Universo. Finalmente, el 4, para la cultura maya, representa
la eternidad. Para nosotros también.
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