Santuario
(1931)
Escrita, según palabras del propio William Faulkner,
como «la más horrible historia que pudiera imaginar», esta novela muestra a un
puñado de personajes repulsivos por su maldad, psicopatía, idiotez o cobardía
(y en algunos casos, todo junto). Cuenta la historia de Temple Drake, una guapa
adolescente que huye en busca de aventuras y cae en manos de un grupo de
rufianes liderados por Popeye. Desde entonces, ocurren desde asesinatos y
secuestros hasta violaciones y linchamientos. Pero la magia de Faulkner hace
que todo esto hechice al lector, tal cual hicieran los grandes novelistas del
siglo XIX.
Luz
de agosto (1932)
Es la historia de Lena Grove, quien con un bebé en el
vientre, sale en busca del hombre que le prometió matrimonio. Aunque continúa
la misma experimentación estructural y técnica que en el resto de su obra, en
«Luz de agosto» William Faulkner ya ha alcanzado un equilibro entre el fondo y
la forma. Una historia donde las pasiones humanas pueden llevar a la
condenación, como la sentida por Miss Burden hacia Joe Christmas, por lo cual
el linchamiento y la castración parecen ser la única salida. Se trata de una de
las mejores novelas del ciclo de Yoknapatawpha.
El
sonido y la furia (1929)
Junto con «Ulises», es uno de los mayores experimentos narrativos en lengua
inglesa. El caos a partir de la yuxtaposición de los puntos de vista y el
tiempo conforman una historia llena de ruido y de furia. El poderoso arranque,
en que toda la primera parte de la novela es vista a través de los ojos de un
idiota (Benjy), es más que peculiar, y ha abierto puertas nunca vistas en la
literatura. La tragedia y la grandilocuencia del honor recubren cada uno de los
truculentos hechos que la componen, y las íntimas pasiones, el amor incestuoso
y la tragedia son una constante.
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