Matriochka
Álvaro Lasso
He
visto a Emilie Flöge comprar una muñeca rusa. Seguro la utilizará para cruzar
la frontera. Y es que uno debe fingir ser madre para abandonar a la madre. Ese
es el requisito para atravesar esta mitad del mundo y entrar a la otra, más
solitariamente. Emilie Flöge sonríe cuando me ve vestido de guardia fronterizo
y le pregunto cuándo vuelve. “Estoy esperando”, me dice.
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