domingo, 14 de octubre de 2012

La balada de Danny Greene


Alvaro Sanchez Schwartz


     
Danny Greene se presentaba así mismo como: “Un hombre que no conoces todos los días”. Y ciertamente era así, su historia fue singular y trágica a la vez.
      Jonathan Hensleigh lleva a la pantalla su vida con una visión neutral,  alejándola de cualquier cintilla moralista suscribiéndose a lo meramente descriptivo. Si bien es cierto, los personajes pueden ser vistos en determinados momentos como estereotipados, pero no se debe olvidar que pertenecen a sub culturas con códigos propios, reconocibles y válidos entre ellos.
      “Maten al irlandés” (Kill the Irishman, 2011), sin alcanzar el nivel de la obra de Scorcesse o Coppola, nos muestra una visión más fresca de las viejas historias de gánster y mafiosos, aquellas que Paul Muni y James Cagney hicieron famosas en los años 30 del siglo pasado.
      Greene es un irlandés nacido en Cleveland, con profundas carencias afectivas durante su niñez, siempre en perenne lucha con otros muchachos de origen italiano. Ese será un punto de partida importante para los distintos enfrentamientos que tendría con ellos durante su vida adulta. El orgullo que siente por ser descendiente de guerreros irlandeses se verá tocado en diferentes puntos de la película.
      Como es conocido, el género sobre gánster nace paralelamente a los actos delictivos ocurridos en Nueva York, y otras ciudades de los Estados Unidos a inicios del siglo pasado. Los nombres y acciones de Lucky Luciano, Vito Genovesse o Al Capone serían llevadas a la pantalla, una y otra vez, a lo largo de más de 70 años de cine. Actores como los ya nombrados líneas arriba, así como Edward G, Robinson o Rod Steiger —haciendo de Al Capone en una interpretación impecable— darían forma y sustancia al género.
      En la cinta vemos la historia real de Danny Greene interpretada por Ray Stevenson, en ella conocemos las distintas facetas de su vida: el muchacho rebelde y conflictivo en su niñez hasta la adolescencia; el joven que va tomando un ascendiente carismático sobre otros irlandeses como él, hasta convertirse en un líder sindical asociado cada vez más al mundo del crimen, y más precisamente a la mafia italiana de Cleveland, tan sumisa y dependiente de la mafia italiana de Nueva York.
Lo que hizo de Greene una leyenda fue el desafío abierto que le hizo precisamente a esta organización delictiva, sin dejar de ser un mafioso. Su desafío lo hizo tanto dentro del mundo lumpen y soterrado del hampa, como a través de las cámaras de televisión, alcanzando notoriedad a nivel nacional pero, sobre todo, su leyenda se basó en el hecho de haber sobrevivido a ocho atentados contra su vida.
      La guerra de Danny Grenne en el verano de 1977 alcanzó niveles que nunca antes, ni después, de él conocería el mundo del crimen organizado en EEUU. Y si bien, esta película podría parecer a simple vista un canto a las acciones delictivas de estos personajes, también nos permite conocer los distintos caracteres y complejidades del ser humano. Las necesidades de sus protagonistas fundan a su vez sus metas; metas cuestionables por los medios que usan para alcanzarlas, haciendo de ellos personajes antisociales caracterizados por la ausencia emocional y la falta de culpa en sus actos.
Sus personalidades se van formando a través de los modelos vistos dentro de sus contextos sociales, pero las conductas también pueden estructurarse como actos aversivos a esos modelos, y esto lo vemos en el personaje interpretado por Val Kilmer, Joe Manditski, quien creció bajo las mismas circunstancias que Greene, pero a diferencia de éste, su camino se encuadra dentro del orden y la coherencia que esta conlleva.

Las actuaciones de Christoffer Walken y Vincent D'Onofrio en sus respectivos roles son rescatables, el segundo más que el primero, aunque la sola presencia de Walken en la cinta ya es bastante. Stevenson hace un Grenne convincente, casi mimético, lo que se puede apreciar al final del filme cuando aparece el verdadero Grenne en una entrevista que le hiciera la televisión de Cleveland.

Esta es otra característica de la película, hay una  inserción de escenas reales en ella. ”Maten al irlandés”, con su estilo biográfico produce interés y se ganaría con derecho propio un lugar dentro de una antología de cintas sobre la mafia. Es una película que atrapa, que va creciendo en intensidad y que gustará a muchos, y aún más, seguramente, a todos aquellos amantes de este género.

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