Alvaro
Sanchez Schwartz
Danny Greene se presentaba así mismo como: “Un hombre que
no conoces todos los días”. Y ciertamente era así, su historia fue singular y
trágica a la vez.
Jonathan Hensleigh lleva a la pantalla su vida con una visión neutral, alejándola de cualquier cintilla moralista
suscribiéndose a lo meramente descriptivo. Si bien es cierto, los personajes
pueden ser vistos en determinados momentos como estereotipados, pero no se debe
olvidar que pertenecen a sub culturas con códigos propios, reconocibles y
válidos entre ellos.
“Maten
al irlandés” (Kill the Irishman, 2011), sin alcanzar el nivel de la obra de
Scorcesse o Coppola, nos muestra una visión más fresca de las viejas historias
de gánster y mafiosos, aquellas que Paul Muni y James Cagney hicieron famosas en
los años 30 del siglo pasado.
Greene es un irlandés nacido en Cleveland, con profundas carencias
afectivas durante su niñez, siempre en perenne lucha con otros muchachos de
origen italiano. Ese será un punto de partida importante para los distintos
enfrentamientos que tendría con ellos durante su vida adulta. El orgullo que
siente por ser descendiente de guerreros irlandeses se verá tocado en
diferentes puntos de la película.
Como es conocido, el género sobre gánster nace paralelamente a los actos
delictivos ocurridos en Nueva York, y otras ciudades de los Estados Unidos a
inicios del siglo pasado. Los nombres y acciones de Lucky Luciano, Vito
Genovesse o Al Capone serían llevadas a la pantalla, una y otra vez, a lo largo
de más de 70 años de cine. Actores como los ya nombrados líneas arriba, así
como Edward G, Robinson o Rod Steiger —haciendo de Al Capone en una
interpretación impecable— darían forma y sustancia al género.
En la cinta vemos la historia real de Danny Greene interpretada por Ray
Stevenson, en ella conocemos las distintas facetas de su vida: el muchacho
rebelde y conflictivo en su niñez hasta la adolescencia; el joven que va
tomando un ascendiente carismático sobre otros irlandeses como él, hasta
convertirse en un líder sindical asociado cada vez más al mundo del crimen, y
más precisamente a la mafia italiana de Cleveland, tan sumisa y dependiente de
la mafia italiana de Nueva York.
Lo que hizo de Greene una leyenda fue el
desafío abierto que le hizo precisamente a esta organización delictiva, sin
dejar de ser un mafioso. Su desafío lo hizo tanto dentro del mundo lumpen y
soterrado del hampa, como a través de las cámaras de televisión, alcanzando
notoriedad a nivel nacional pero, sobre todo, su leyenda se basó en el hecho de
haber sobrevivido a ocho atentados contra su vida.
La guerra de Danny Grenne en el verano de 1977 alcanzó niveles que nunca
antes, ni después, de él conocería el mundo del crimen organizado en EEUU. Y si
bien, esta película podría parecer a simple vista un canto a las acciones
delictivas de estos personajes, también nos permite conocer los distintos
caracteres y complejidades del ser humano. Las necesidades de sus protagonistas
fundan a su vez sus metas; metas cuestionables por los medios que usan para
alcanzarlas, haciendo de ellos personajes antisociales caracterizados por la
ausencia emocional y la falta de culpa en sus actos.
Sus personalidades se van formando a través
de los modelos vistos dentro de sus contextos sociales, pero las conductas
también pueden estructurarse como actos aversivos a esos modelos, y esto lo
vemos en el personaje interpretado por Val Kilmer, Joe Manditski, quien creció bajo las mismas circunstancias que Greene, pero a
diferencia de éste, su camino se encuadra dentro del orden y la coherencia que
esta conlleva.
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