domingo, 14 de octubre de 2012

TODAVÍA NO PINTO CANAS / PRIMERA ENTREGA


Pintor por fastidiar a los pintores



Hace seis años, en octubre, Josué Sánchez ganó el primer lugar en el concurso de blogs para personas mayores de la agencia británica de información BBCMundo.com (en español), convocado como parte de las celebraciones por el Día Internacional de las Personas Mayores. La publicación tuvo una inusitada acogida mundial. Como un homenaje a la trayectoria de nuestro reconocido pintor y colaborador, a partir de esta semana, en el espacio de su columna “Desde el atelier”, publicaremos los cinco post de que constó el blog "Todavía no pinto canas" del que fue autor.

Josué Sánchez

Tengo 61 años, pero aún no pinto canas y me siento gloriosamente joven. La juventud es un estado mental, por eso aunque se me pusieron los pelos de punta cuando me enteré que escribiría un blog en BBC Mundo, terminé aceptando.
Claro que entonces apenas tenía una vaga noción de lo que era un blog —internet siempre me ha puesto nervioso—, pero después de encantarme leyendo a Khabiria —bloggera de Venezuela— y los consejos de Hernán Casciari, trataré de no defraudarlos.
Nada de esto fue idea mía. Se le ocurrió —¡cuándo no!— a Diana, mi esposa. Le fascina participar en concursos. Fue ella la que escribió a BBC Mundo con la esperanza de dejar de ser mi "secretaria ad honorem", como suele decir cuando utilizamos Internet.
Nunca me propuse ser pintor, en realidad soy escultor, pero hubiera querido ser músico. Ingresé al Conservatorio, pero mi madre enfermó gravemente y tuve que dejarlo para cuidarla. Para no perder el tiempo me matriculé en la Escuela de Bellas Artes de Huancayo, mi ciudad, en Perú. Siempre estuve ligado al arte.
De niño vivía cerca de una fábrica de tejas que nos daba una propina a los niños por trabajar en terracota pequeñas esculturas de toros, leones e iglesias que la fábrica obsequiaba a sus clientes. Era divertido hacerlas. Otra cosa que debió influir fue la afición de mi madre a urdir mantas. Yo le ayudaba a seleccionar los hilos. Así aprendí a armonizar los colores.
La Escuela de Bellas Artes sólo tenía 18 alumnos y únicamente dos estudiábamos escultura. Eso suponía una desventaja frente a las bromas de los estudiantes de pintura, pero nos dejaba dueños del taller de escultura y lejos de la pintura académica de corte occidental que se practicaba entonces.
Fue haciendo un estudio de una escultura pre-inca, que se me ocurrió ponerle color al dibujo. Cuando le mostré el resultado a mi maestro, el pintor Alejandro Gonzáles Trujillo, éste elogió mi trabajo y me alentó a seguir experimentando. Un año antes de terminar los estudios de arte hice mi primera exposición de pintura. Entonces me preguntaron por qué pintaba y, un poco en serio un poco en broma, contesté que era por fastidiar a los pintores.
Lograr un nombre no fue fácil. Aún recuerdo mi primera exposición importante en Lima. Ahí estaba yo, pretendiendo ignorar las acerbas críticas de los profesores de la Escuela de Bellas Artes de Lima invitados por la galerista, que encontraban insoportables mi pintura plana y el restallante colorido de mis cuadros, cuando para sorpresa de todos entró la famosísima escultora boliviana Marina Núñez del Prado, a quien yo sólo conocía por las fotos de los diarios. Mudo de la emoción, apenas atiné a balbucear unas palabras cuando ella acercándose me dijo en voz alta: "Felicitaciones, esta exposición en París hoy, sería un boom". Fue un momento glorioso. ¡Sí que fastidié a los pintores! Y fue el espaldarazo que necesitaba para consolidar un estilo basado en una estética andina.
Marina Núñez del Prado también me dijo entonces que sólo un arte con identidad puede ser universal. Cuando hablo con mis jóvenes alumnos de arte siempre les repito eso.

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