Marlon Zenteno
Mayorca
Una habitación atiborrada de gente
que, frente a lo que parece el apocalipsis, actúa como si el prójimo fuese el
peor enemigo, cómo si el espacio, las provisiones, e incluso las decisiones
provoquen que —parafraseando a Plauto— «el hombre sea un lobo para el
hombre». Parece ser el argumento de un drama psicológico, pero como nada es lo
que parece, lo que se acaba de describir es de lo que trata la primera película
que popularizó el género de zombies: “Night
of the Living Dead” de George A. Romero.
Era 1968, cuando esta producción de bajo
presupuesto, en blanco y negro, obra de un director entonces desconocido,
remeció los cánones del cine de terror. No sólo contenía un exquisito suspenso,
propio de las obras maestras del género, sino que además Romero no le hizo
ascos a la hora de emplear tomas explícitas de destripamientos y canibalismo.
Los muertos vivientes habían aparecido en nuestro mundo sin ninguna explicación.
Eran un enigma para la ciencia y una pesadilla horrenda para los
sobrevivientes. Y es en esa pesadilla que el director incuba a su verdadero
monstruo: el hombre, y su naturaleza egoísta y caníbal.
En la película, el héroe es Ben, un
hombre que hace frente a la situación con nervios de acero, valentía y
determinación. Tiene como antípoda a Cooper, un pusilánime egoísta y racista
que se opone a cooperar, y decide encerrarse en el sótano de la casa con su
esposa e hija mordida por un “cadáver”.
La convivencia se hace más que hostil
y termina finalmente como una guerra entre ambos, esto nos da una muestra de lo
que Romero tiene en mente al rodar una cinta: mostrar “algo más” que violencia
y tripas. Sus filmes, entonces, pasan de ser mero vehículo de entretenimiento y
se vuelven ensayos filosóficos, sobre la conducta del ser humano (el racismo y
la intolerancia en este caso).
Vietnam era moneda corriente en los
medios, y el primer largo de Romero reflejó mucho del pensamiento americano de
aquella época, como que Ben, al final, no sea asesinado, precisamente, por un
zombie.
Desde los años 60, el “gore” era considerado como un género
depravado, morboso e insano, “basura corrupta”, como lo llamaban sus detractores.
Romero atacó de nuevo con una obra sorprendente, que diez años después de su
antecesora, demostró que la crítica social daba para más, en “Dawn of the Dead” un grupo de sobrevivientes que apenas acaban
de conocerse, consigue entrar a un centro comercial, las conversaciones desde
lo cotidiano exhiben una riqueza humana pocas veces vista en una cinta de
terror. Los personajes viven con todas las comodidades, diversiones y lujos del
mundo occidental, un verdadero paraíso consumista, que es a su vez una trampa
mortal, pues los entes putrefactos rondan por las tiendas del gigantesco “Mall”, que recorren como cualquier
cliente vivo. Finalmente una banda de
delincuentes entrará al refugio y arruinará la posible buena vida que pudieron
haber llevado los protagonistas.
1985 significó el fin de la mejor
época del director, pues aunque “Day of
the Dead” es una película más que notable, que denuncia el autoritarismo y
la ética bárbara de la milicia, (sin mencionar que los efectos y el maquillaje,
son más realistas) fue la última del siglo que gozó de una buena calidad
argumental. Con todo, Romero hizo que “Day
of the Dead” fuera oscura, claustrofóbica, casi trágica; además, de
evidenciar que los muertos reanimados podían pensar, sentir y aprender (gracias
a los experimentos de un doctor que busca amaestrar a las criaturas).
Aunque la carrera de Romero continuó
en los 90 —y continúa aún ahora—, puede
decirse con justicia que sus obras posteriores no fueron las joyas de antaño,
que aunque intentaron recoger las inquietudes contemporáneas como la revolución de los medios digitales,
ya no se distinguía a la mente maestra detrás de la escena. Pese a ello, el
director ha anunciado la adaptación al cine de la novela “The Zombie Autopsies” de Steven C. Schlozman, tras haber rechazado la dirección de algunos episodios de “The Walking Dead”, notablemente influenciada por su original estilo. Esperemos entonces que el mago del horror, al igual que sus creaciones, regresé a la vida y nos brinde otra memorable orgía carnicera, psico-filosófica.
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