domingo, 3 de febrero de 2013

Huancavelica y sus carnavales


José Oregón Morales

Santiago de Chocorvos.
Sorprendentes matices de danzas, música y vestuarios ostenta Huancavelica, durante las celebraciones carnavalescas de sus pueblos. Festividades íntimamente ligadas al ciclo de la Pequeña Maduración en el calendario agrícola andino, y al periodo del “Paucar Waray”, iniciación sexual de la juventud.
Originariamente denominados “Orqon Pukllay”, Pukllay” y “Qatun Pukllay”, los carnavales se iniciaron por los pastores en las cumbres, con bailes y cantos, en agradecimiento a la madre tierra, por los dones otorgados para preservar el alimento y la vida.

“Tipaki Tipaki” de Acraquia y Ahuaycha
No es otra cosa que el “Orqon Pukllay”  (juegos en los cerros), danza frenética y exultante. Miles de jóvenes casaderos organizados en pandillas de 20 a 40 parejas, cantando y siguiendo la melodía de la armónica o rondín, bailan visitando las iglesias de sus pueblos: Maraykucho, Santa Rosa, Ahuaycha, Acraquia para concluir en la Plaza Histórica.
A este recorrido obligatorio se le denomina “chaquipureq”. Luego de estos  tres días de “TipakiTipaki” (confrontación) entre pandillas de danzantes, se han desarrollado, domingo a domingo, inquietantes carreras de caballos “morochucos”, haciendo delirar al pueblo, pues compiten eximios jinetes representantes de sus comunidades campesinas.

“Qatun Pukllay” (Juego Grande) Angareño
Ríos humanos de danzantes discurren por la Plaza Principal del barrio de Pueblo Viejo, durante la gran entrada tradicional del sábado  9. Es anunciado por el “barajo” (corneta de hojalata).
Si el “Tipaki Tipaki” es frenetismo, el Carnaval de Lircay es cadencia y profundidad. En esta manifestación folclórica, también, se privilegia el canto  quechua masivo. La poesía popular y anónima encuentra su cauce para pregonar nuevas creaciones en temas de amor, desarraigo de la tierra, reflexiones filosóficas, sátira, lascivia y protesta social. Estas comparsas de hasta cien integrantes, son acompañadas por un marco musical impresionante de 20 a 30 guitarristas, mientras que las comunidades incluyen acordeones, quenas y violines. Lircay añade a este gran atractivo su gastronomía en “El Festival del Puchero” y el “Concurso de la Guinda”.

Carnavales en Huaytará
Capital Arqueológica de Huancavelica. Sus carnavales no podían ser más singulares y atractivos. En Capillas sacrifican un toro negro para fortalecerse con su sangre y, durante los concursos de danzas, canto y de vestuarios coloridos, enfrentarse varonilmente en el “Fageo”, que consiste en tomar de la cintura al contendor y arrojarlo por los suelos. Finalmente, acuden a las casas y comercios solicitando regalos para adornar las “yunsas”, alrededor de las cuales cantan y bailan.

En Chocorvos se da más importancia al “Paucaray”, reunión con el gobernador para realizar la “Huayancha”, limpieza de los canales de agua y de los “huaycos”. Luego de cumplida la faena comunal, al son de la quena, el bombo y el “huarajo” (cornetas de cuatro metros de alto) confraternizan bailando alrededor de las yunsas.

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