Caín
Christian
Solano
Decidido bajó la colina. Tomó por sorpresa a
su hermano. Una vez que lo hizo, tiró la quijada ensangrentada entre las matas
más espesas de unos arbustos, tal como ella se lo dijo. Alcanzó a recordar,
incluso, el resto de sus palabras la noche anterior, mientras aún sudaban
agitados por el amor: «Ahora ya no nos molestará más y nos quedaremos con todo
para nosotros, mi amor, con todo».
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escribe tu comentario aquí.