lunes, 1 de abril de 2013

El teatro, un paradigma interminable

María Teresa Zúñiga y Jorge Miranda Silva en “Zoelia y Gronelio” – Foto: Beto Benites.

Horas antes de saber que sería declarada “Personalidad Meritoria de la Cultura”, María Teresa Zúñiga Norero escribió este comentario sobre la significación que tiene para ella la que es su razón de ser: el teatro. Para toda la región central del Perú, el Día Mundial del Teatro tiene ahora una doble significación, pues tenemos a una de las mejores dramaturgas que ha dado el teatro nacional.

María Teresa Zúñiga Norero

Hoy, que vivimos tiempos imparables, en que la velocidad no tiene pausas; cuando la impaciencia y la intolerancia permanecen más fuertes que nunca, y los niveles de violencia arriban a una cúspide nunca antes vista, el teatro transita entre la observación del mundo y la creación de uno nuevo.
Este quehacer proviene desde tiempos incontables, desde la práctica primitiva del hombre en acción, tomando la historia de los pueblos, sus leyendas, e inventando situaciones con personajes que emergen de lo cotidiano a la eternidad.
Hoy, en el mundo, el teatro se levanta en las calles, sobre los múltiples escenarios, en diversos lenguajes, ataviados de maquillaje, vestuario y máscaras, con el fin de anunciar el Día Mundial del Teatro y sus festividades.
Muchos nombres y presencias se entretejen en este inmenso telar: texto y acción realizan la magia sobre las tablas. Autores, directores y actores logran el texto y la acción desde su visión del mundo, desde su capacidad técnica, desde su particular manera de afrontar el espacio escénico. No son meros improvisadores. Están dotados de disciplina, ética y sensibilidad, y podemos ver en cada propuesta diversos lenguajes, transportándonos a espacios y tiempos impredecibles para trasmitir un mensaje cargado de reflexiones, llamando al mundo (el espectador) a detenerse, a observarse, a memorizar y entender su humanidad.
Hacer teatro es invertir al mundo, voltearlo, hacer perder la materialidad subjetiva del hombre y colocarlo en un espacio donde las ideas recobran su objetividad; proponer una nueva manera de mirar, recobrar los sueños y que la verdad adquiera su verdadera prolongación: la existencia.
«¡Ser o no ser, he aquí la cuestión!» —nos recuerda Hamlet de Shakespeare—. Existir o no existir. Resolver este dilema es tarea del teatro, y por ello su búsqueda incansable a través de los siglos: la verdad dicha desde la ficción.
Saludamos con estas líneas a todos los hombres y mujeres del planeta que llevan en su agenda la hermosa tarea de la dramaturgia. Los alentamos a continuar, a heredarle al mundo los grandes secretos descubiertos en la sorprendente realidad escénica.
Esa es la magia de este día, en que podemos entrelazar sueños y posibilidades creando nuevas existencias desde la ficción, pero con mensajes reales y auténticos. En este día, el mundo se inclina desde sus butacas y aplaude a aquel que entreteje su vida y el arte en una escena inacabable.

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