María Teresa Zúñiga y Jorge Miranda Silva en “Zoelia y Gronelio” – Foto: Beto Benites. |
Horas antes de
saber que sería declarada “Personalidad Meritoria de la Cultura”, María Teresa
Zúñiga Norero escribió este comentario sobre la significación que tiene para
ella la que es su razón de ser: el teatro. Para toda la región central del
Perú, el Día Mundial del Teatro tiene ahora una doble significación, pues
tenemos a una de las mejores dramaturgas que ha dado el teatro nacional.
María Teresa
Zúñiga Norero
Hoy,
que vivimos tiempos imparables, en que la velocidad no tiene pausas; cuando la
impaciencia y la intolerancia permanecen más fuertes que nunca, y los niveles
de violencia arriban a una cúspide nunca antes vista, el teatro transita entre
la observación del mundo y la creación de uno nuevo.
Este
quehacer proviene desde tiempos incontables, desde la práctica primitiva del
hombre en acción, tomando la historia de los pueblos, sus leyendas, e
inventando situaciones con personajes que emergen de lo cotidiano a la
eternidad.
Hoy,
en el mundo, el teatro se levanta en las calles, sobre los múltiples
escenarios, en diversos lenguajes, ataviados de maquillaje, vestuario y
máscaras, con el fin de anunciar el Día Mundial del Teatro y sus festividades.
Muchos
nombres y presencias se entretejen en este inmenso telar: texto y acción
realizan la magia sobre las tablas. Autores, directores y actores logran el
texto y la acción desde su visión del mundo, desde su capacidad técnica, desde
su particular manera de afrontar el espacio escénico. No son meros
improvisadores. Están dotados de disciplina, ética y sensibilidad, y podemos
ver en cada propuesta diversos lenguajes, transportándonos a espacios y tiempos
impredecibles para trasmitir un mensaje cargado de reflexiones, llamando al
mundo (el espectador) a detenerse, a observarse, a memorizar y entender su
humanidad.
Hacer
teatro es invertir al mundo, voltearlo, hacer perder la materialidad subjetiva
del hombre y colocarlo en un espacio donde las ideas recobran su objetividad;
proponer una nueva manera de mirar, recobrar los sueños y que la verdad
adquiera su verdadera prolongación: la existencia.
«¡Ser
o no ser, he aquí la cuestión!» —nos recuerda Hamlet de Shakespeare—. Existir o
no existir. Resolver este dilema es tarea del teatro, y por ello su búsqueda
incansable a través de los siglos: la verdad dicha desde la ficción.
Saludamos
con estas líneas a todos los hombres y mujeres del planeta que llevan en su
agenda la hermosa tarea de la dramaturgia. Los alentamos a continuar, a
heredarle al mundo los grandes secretos descubiertos en la sorprendente
realidad escénica.
Esa
es la magia de este día, en que podemos entrelazar sueños y posibilidades
creando nuevas existencias desde la ficción, pero con mensajes reales y
auténticos. En este día, el mundo se inclina desde sus butacas y aplaude a
aquel que entreteje su vida y el arte en una escena inacabable.
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