La
última tentación de Cristo
Nikos Kazantzakis
La cogió,
le echó hacia atrás la cabeza y la besó en la boca. Los dos habían palidecido y
las piernas les flaqueaban. No podían continuar avanzando y rodaron por la
tierra bajo un limonero en flor.
El
sol se detuvo sobre ellos. Levantose viento y algunos azahares cayeron sobre
los dos cuerpos desnudos. Lloviznaba suavemente, las gotas caían sobre ellos,
refrescando los dos cuerpos ardientes. Ascendía un olor a tierra mojada. María
Magdalena estrechaba al hombre contra su cuerpo y jadeaba débilmente.
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