La alfombrilla de los goces y los rezos
Li Yu
Cuando mi marido vivía, yo
solía pedirle que sedujera a una criada y que lo hiciera lo más rápida y
ruidosamente posible, para que la muchacha no pudiera contenerse y comenzara a
gritar. Eso me transportaba y tosía, momento en que él volaba a mi cama y
empujaba con todas sus fuerzas. Le hacía pasar por alto la estrategia habitual
y lo arrojaba a un ataque continuo. Yo no sólo experimentaba una sensación
placentera en mi interior, sino que ésta llegaba al fondo de mi corazón y me
corría después de setecientas u ochocientas arremetidas.
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