La venganza del silencio
Recuerdo claramente la primera vez que hice el amor con Sonia y toqué sus senos altos y duros como los había visto siempre. Su sexo era una pelambre pequeña, de puntas erizadas. Y sus rodillas, sus rodillas de huesos afilados, que yo besaba. A algunos les había parecido una mujer fea mientras estaba vestida, pero Sonia era una de las más suntuosas y sensuales mujeres desnudas que un hombre haya conocido.
Alonso Cueto
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escribe tu comentario aquí.