domingo, 17 de junio de 2012

El otro Huancayo: una aclaración necesaria

Manuel F. Perales Munguía Hace unos días se ha conmemorado la denominada “fundación” de la ciudad de Huancayo que, según Waldemar Espinoza, habría ocurrido un 1 de junio del año 1572, en un acto a cargo del visitador Jerónimo de Silva, bajo las órdenes del virrey Francisco de Toledo. Al respecto, destacamos el término “fundación” entre comillas toda vez que, en primer lugar, parece que entre los especialistas aún no hay consenso acerca de las características que tenía dicho procedimiento en el caso de las reducciones de indígenas. En segundo lugar, si bien el nuevo pueblo de Huancayo fue establecido bajo la advocación de la Santísima Trinidad, deberían hacerse más investigaciones para conocer si en el caso de los “pueblos de indios” necesariamente la fecha de “fundación” podría corresponder a la de las celebraciones en homenaje a sus “santos patronos”. No obstante lo que acabamos de manifestar puede resultar polémico, no es nuestra intención detenernos en ello, sino más bien expresar la preocupación por el tratamiento ligero que recibe la historia en torno a los orígenes de nuestra ciudad, tal como podemos observar en el caso de un texto publicado el año 2011 por la Municipalidad Provincial de Huancayo. En él, su autor señala que el proceso de “fundación española” de Huancayo fue apoyado por los curacas Pablo Carguachumbi, Juan Paucar y Francisco Cabaque, basándose, evidentemente, en el estudio publicado por Waldemar Espinoza, en el tomo 32 de la Revista del Museo Nacional, del año 1963, el mismo que ya ha sido cuestionado en el ámbito académico especializado por las razones que presentamos a continuación: En el citado trabajo de Espinoza, titulado “La guaranga y la reducción de Huancayo”, este historiador publicó un valioso documento para la etnohistoria andina, redactado por el funcionario español Juan Martínez Rengifo, quien había llevado a cabo la “visita” de los repartimientos y pueblos de Guancayo, Maca y Guaravni en el año 1571. En su análisis del manuscrito, Espinoza afirma categóricamente que esta “visita” correspondía a un procedimiento administrativo efectuado en el Valle del Mantaro, probablemente inducido por el nombre de uno de dichos pueblos –Guancayo– y por la cercanía de las fechas correspondientes al momento de ejecución de la indicada visita y la Real Provisión emitida por el Virrey Toledo, el 5 de enero de 1571, donde ordena la reducción de un pueblo en el tambo conocido con el nombre de Guancayo, en la jurisdicción del antiguo repartimiento de Hananhuanca. Sin embargo, una lectura crítica del estudio de Espinoza nos permite descubrir que dicho autor forzó los datos para desarrollar su interpretación de la “visita” de Martínez Rengifo, cuando ésta en realidad se refiere a repartimientos que se encontraban en el valle del Chillón, Lima, río que era conocido antiguamente como Collique, tal como indica Martínez Rengifo, pero que Espinoza dice que era el Shullcas. Es más, en la “visita” de Guancayo, Maca y Guaravni se señala que en dichos pueblos se producía coca, ají y lúcumas, información que Espinoza también fuerza al afirmar que dichos productos sí se daban en el Valle del Mantaro hacia el siglo XVI. Finalmente, nombres citados por Martínez como los de Pablo Carguachumbi, Juan Paucar y Francisco Cabaque corresponden a curacas del valle del Chillón y nada tienen que ver, en absoluto, con nuestra región y el antiguo pueblo de la Santísima Trinidad de Huancayo, tal como ya lo expresara años atrás María Rostworowski. Estas líneas no tienen la intención de atacar a un historiador o “hacer escarnio” de la historia de Huancayo. Sencillamente buscamos que se tomen con más cuidado y sentido crítico los escritos y publicaciones que versan sobre el pasado antiguo de nuestra ciudad, y que no nos dejemos llevar por un conocimiento superficial y erróneo que muchas veces se acepta como verdad absoluta.

1 comentario:

  1. Aquí el huancainofóbico de Munguía, militante chauvinista "rajatabla" Se va de cara, al ser ajeno a la historiografía urbanística y ser un completo ignorante de la tratadística urbana hispana del cinquecento colonial.los llamados pueblos de indios, fueron también parte del establishment gubernamental que legalmente estaban refrendadas en reales provisiones y estructuras ediles de "buen policia", como se solía decir en dicho periodo. La ignorancia del jaujino Munguia estriba en que desconoce totalmente la estructura gramatical hispana de dicha época, así como la estructura orgánica de la monarquía castellana de dicho siglo, lo de Guancayo (de Yancas) está harto demostrado de la patinada de Espinoza, pero Aquilino Castro y Munguia, patinan aún más porque no confrontan con fuentes originarias y directas sus rebatimientos, creen que hacer historia es un acto de prejuzgar por adelantado, con supuestos, más que con hechos reales

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